3 de agosto de 2011

Etapa 12. Sabrina.





Continuamos con nuestra alemana amiga. Nos pide si podemos acompañare los primeros kilómetros y por supuesto que nos prestamos. A Drae no le viene mal tampoco bajar un poco el ritmo y así descansar su tendinitis.

Es en estos momentos cuando te dices: "tengo que retomar el ingles". Es el idioma de la comunicación por excelencia. Da igual de que país venga la gente, prácticamente todos hablan inglés. Y en inglés iniciamos nuestra etapa. Me sigue resultando increíblemente valiente, con 21 años, cruzar Europa y venirte a realizar un Camino que has oído o alguien te ha contado. Muchas veces no somos conscientes de las tradiciones tan importantes que tenemos y de la proyección que tienen en el exterior. Tendemos a menospreciar lo propio, por próximo y conocido frente a lo exótico y extranjero. Es curioso como tenemos que apreciar las cosas por los ojos de las personas extranjeras que se quedan fascinadas de nuestras gentes, nuestra gastronomía, nuestro nivel de vida, nuestro patrimonio cultural y un largo etcétera de cosas.

Uno de los muchos aspectos positivos que le veo al camino es precisamente ese, el comprobar nuestra riqueza, la seguridad de nuestro país, la hospitalidad de la gente que siempre tiene un ¡buen camino!, te ofrecen un trozo de tortilla en un merendero, te llenan las botellas de agua en sus casas, te acompañan al albergue o te indican con todo lujo de detalles donde está la tienda más próxima.


Volvamos a nuestra etapa. Caminamos a velocidad anormalmente reducida, pero nuestra pobre germana no puede más. En los primeros kilómetros pasamos por el hospital de peregrinos de San Paul. Las ruinas de un antiguo convento que ha sido reutilizado (que no restaurado, de hecho la mayor parte no tiene tejado) como hospedería de peregrinos. Sus principales características son la ausencia de luz y agua caliente y hacer una cena comunitaria a las ocho de la tarde Curioso sitio cuando menos. Al igual que ahora en el turismo existen los hotelitos con encanto (y si no vas no tienes el suficiente glamour para comentar tu viaje en la partida de Brigde del club), dentro del Camino existen lo que yo llamo "albergues con encanto", y son aquellos que permanecen anclados en el pasado, en cuanto a hospitalidad se refiere y no buscan el beneficio económico.


La etapa es llana casi en su totalidad, menos una subida de un kilómetro con una pendiente del 12% y su correspondiente bajada. Las fuertes pendientes de bajada junto con el calor son los dos factores que más pueden llegar a estropear los pies.
Al comienzo de la subida dejamos atrás a nuestra joven amiga y proseguimos a nuestro ritmo.

El resto de la etapa transcurre con normalidad y paso a paso llegamos a la localidad de Frómista. La tarde como todas. Misma rutina. Me toca desempolvar la cofia, sacar el botiquín y curar una ampolla de dimensiones considerables en el talón de mi compañero de viaje. Tras la cura cambia de opinión respecto de que el betadine no escuece.


Continuando con mi formación en el gótico, el románico y algún otro estilo más que no recuerdo (cuando Drae lea esto me cuelga) visitamos la iglesia de Frómista, al parecer una joya del románico, con su taqueado jaqués (que nivel). Arcos, capiteles, canecillos y demás elementos entretienen nuestra vista hasta la cena. Toque de queda, como siempre, a las diez.


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