13 de agosto de 2011

Etapas 14 a 22. Gran resumen

Bueno, bueno, bueno... ¿por dónde empiezo? A veces mantener un blog desde un móvil es lo que tiene. Disponer de tiempo, conectividad y habilidad en los dedos puede limitar las entradas. Y en esas estamos.

Han pasado siete entradas desde la última actualización, así que me imagino que os estareis preguntando qué ha sido de nuestro viaje. Pues bien, intentaré resumir lo mucho que nos ha sucedido en estos días.

Si recordais, estábamos con la tendinitis de mi compañero de viaje, después de la visita al médico en Carrión de los Condes. Pues bien, al día siguiente no pudimos continuar. Al comenzar etapa y no llevando andados ni dos kilómetros tuvimos que darnos la vuelta. Después de meditar las diferentes opciones, decidimos que la mejor es que mi amigo se adelante hasta León en autobús, se busque un fisio y descanse tres días. Entretanto, yo continué andadando solo. De Carrión a Sahagún (ecuador del camino), después a Mansilla de las Mulas y finalmente a León.

Lo de andar solo, la verdad, no le veo la gracia. Quizás el hecho de poner el turbo para intentar llegar a León cuanto antes hizo que no mantuviera muchas conversaciones, ya que iba casi todo el tiempo adelantando gente. Dos etapas de cuarenta y tantos kilometros cada una, hicieron que tan solo me restasen nueve para llegar a León la mañana del viernes 5 de agosto. Una vez allí se produciría el reencuentro con mi compañero y encontraríamos a una nueva compañera de viaje.

Durante la estancia de mi amigo en León, Georgelina hizo aparición. Argentina de 26 años que había acudido a León tambien a descansar unos días de una lesión de rodilla. Ese día nos conocimos los tres y comimos con Edu y Ana (mi hermano y mujer), que de camino a Villa Antonia (Abuela), hicieron parada gastronómica en la plaza de la catedral de León.

Continuamos viaje, ahora ya a menor velocidad (por aquello del club de lesionados) para llegar a San Martín del Camino. Alli tuve parada técnica y habituallamiento en Villa Antonia, gentileza de "Transporte de viajeros familia Ochoa". Acudimos a comer todos juntos a Villa Antonia. Al día siguiente me reincoporaría al Camino en Astorga.

Una vez en Astorga conoceríamos a otro de los integrantes importantes de esta expedición: Joana. Zaragozana de 32 años en proceso de terminar su Camino inicido hace 3 años. Va a ser otro de los fichajes importantes que han marcado nuestra aventura. En Astorga también estuvimos con Jose (Teuel), Montse y su novio (Barcelona), César y Vanesa (Tarragonna) y un par de estudiantes italianos.

Las siguientes etapas se fueron sucediendo por territorios leoneses hasta legar a Ponferrada, a 5 kms del pueblo de la abuela, donde realizamos un merecido descanso de 2 días. Allí que nos quedamos los cuatro, disfrutando de la compañía de la abuela, de mis padres, de suculentas comidas y realizando tursimo local: Peñalba de Santiago, Las Médulas, Castillo de los Templarios...

Y aquí continuamos los cuatro. Nos econtramos ahora mismo en Triacastela, ya en Galicia. Por motivos familiares me veo en la necesidad de terminar el Camino el día 17 para estar en Ponferrada el día 18. Así que hemos puesto la directa y ´vamos a realizar las nueve etapas que hay desde Ponferrada hasta Santiago en seis días, lo que arroja una media de 35-40 kilómetros diarios. Todo el equipo me acompaña y ha decidido acelerar el paso para acabar conmigo. Algo digno de agradecer, ya que a pesar de lo duro de la prueba y de las lesiones que uno y otro han ido teniendo, han decidido que debemos acabar todos juntos.

Muchas más cosas han ido sucediendo y serán objeto de otras entradas, pero debía a mi público una explicación de esta falta de información. Las etapas de León con escasa cobertura 3G, el aumento de horas de marcha diarias, la dificultad para encontrar un cargador y disponer de suficiente batería para escribir me han llevado a este periodo de ausencia.

En cuanto pueda, retomaré el hilo de mis entradas.
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4 de agosto de 2011

Etapa 13. Tendinitis fatal.




Etapa corta. Acordamos ayer hacer pocos kilómetros para dar un poco de tregua a esa tendinitis que venimos arrastrando desde hace ya tres días. Masajes, frío y voltaren parece que van ayudando, pero no termina de curar del todo. Así que hoy haremos algo sencillo, un paseo. ¿Qué son 19 kilómetros para nosotros?. Iremos de Frómista a Carrión de los Condes.

Nos levantamos un poco mas tarde (por fin!!). 6:30. Y menos mal, por que no llueve, diluvia. O como dice uno de la habitación: "esto no es llover. Se ha debido romper algo ahí arriba". Las alcantarillas de Frómista no están preparadas para tanta lluvia y montan piscinas en cada calle.

07:30. Deja de llover y emprendemos camino. No se que habrá sido de los que han madrugado y han salido antes que nosotros, pero tienen que estar empapados. Con semejante forma de llover, ni capas, ni ponchos, ni "ná". Acabas "pingando" (como diría mi abuela) fijo.

Avanzamos a velocidad moderada para no cargar demasiado. Hasta ahora solíamos ir a una media de 5'5 o 6 kilómetros por hora. Hoy bajamos ritmo. Sin prisa pero sin pausa, los kilómetros van quedando atrás y hacemos cambio de provincia, dejamos Burgos y entramos en Palencia.


El paisaje no experimenta ningún cambio y seguimos andando entre campos de cereal recién cosechado. Ese color amarillento-dorado de los campos de cereal parece potenciar la luminosidad de sol y la sensación de calor.


A media mañana llegamos a Carrión de los Condes. Somos de los primeros en llegar al albergue y en hacer un desfalco a los Compeed de propaganda. Decidimos ir al centro de salud para obtener un diagnóstico oficial de la tendinitis de mi compañero. El centro parece sacado directamente de "Médico de familia", solo que hemos cambiado al conserje por una amable telefonista que nos registra rápidamente y nos da toda clase de detalles. La cita a las 12:50. Aprovechamos para hacer compra.

12:40. Estamos como clavos en la improvisada sala de espera (dos bancos en el pasillo frente a la consulta). Con puntualidad británica (es por utilizar un tópico, ya que sobre eso podríamos hablar un rato...) entramos los dos en la consulta de Don Eduardo. Nos sentamos y él esboza la sonrisa de "jeje, peregrinos". No lo dice pero lo piensa. Drae comienza a contarle sus síntomas, pero a mitad del relato Don Eduardo lo tiene claro: TENDINITIS !!. Este hombre es bueno, que digo bueno, es como los pintxos típicos de Burgos!!(cojonudo!!). No necesita tocarle, ni explorarle, ni comprobar la hinchazón (doy fe que existe), ni la movilidad ni mucho menos la sensibilidad. Eso si, asistimos a un simposium sobre el Camino Dr. Santiago y la organización de sus etapas (continúa con esa sonrisilla...). Tratamiento: "cualquier antiinflamatorio, son todos iguales" (este tío tenía que ser un crack haciendo los resúmenes de farmacología en la carrera). Por supuesto no nos da receta (imagina la cara del farmacéutico cuando leyese en Medicamento: cualquier antiinflamatorio. Posología: cuando le venga bien). En fin. Para rematar no nos da siquiera un informe de la atención, no vaya a se que quede por escrito y así luego ya se sabe, donde dije digo, digo Diego... Salimos de allí sin saber muy bien si hemos estado en el médico o en la consulta de un primo lejano de Aramis Fuster.

Hoy comemos en el albergue. A la tarde aprovechamos para equiparnos en la tienda de deportes. Como si estuviéramos haciendo el hoyo n°4, en vez del Camino, mi compi tiene que cambiar de palo. No se si recordáis que empeñó los suyos en Ázqueta (donde queda eso ya) a Pablito, por un palo de avellano. Por si acaso la tendinitis viene por caminar solo con un palo en vez de con dos, no equipamos de nuevo con dos palos de trecking.

Turismo, helado, y algún que otro capitel nos dan la hora de cenar. De nuevo cena casera en el albergue. El albergue es un colegio de monjas y su cocina no tiene nada que envidiar a la cocina de alguno de mis pisos d estudiantes. Bonito "flash-back".

A ver como nos levantamos mañana.



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3 de agosto de 2011

Etapa 12. Sabrina.





Continuamos con nuestra alemana amiga. Nos pide si podemos acompañare los primeros kilómetros y por supuesto que nos prestamos. A Drae no le viene mal tampoco bajar un poco el ritmo y así descansar su tendinitis.

Es en estos momentos cuando te dices: "tengo que retomar el ingles". Es el idioma de la comunicación por excelencia. Da igual de que país venga la gente, prácticamente todos hablan inglés. Y en inglés iniciamos nuestra etapa. Me sigue resultando increíblemente valiente, con 21 años, cruzar Europa y venirte a realizar un Camino que has oído o alguien te ha contado. Muchas veces no somos conscientes de las tradiciones tan importantes que tenemos y de la proyección que tienen en el exterior. Tendemos a menospreciar lo propio, por próximo y conocido frente a lo exótico y extranjero. Es curioso como tenemos que apreciar las cosas por los ojos de las personas extranjeras que se quedan fascinadas de nuestras gentes, nuestra gastronomía, nuestro nivel de vida, nuestro patrimonio cultural y un largo etcétera de cosas.

Uno de los muchos aspectos positivos que le veo al camino es precisamente ese, el comprobar nuestra riqueza, la seguridad de nuestro país, la hospitalidad de la gente que siempre tiene un ¡buen camino!, te ofrecen un trozo de tortilla en un merendero, te llenan las botellas de agua en sus casas, te acompañan al albergue o te indican con todo lujo de detalles donde está la tienda más próxima.


Volvamos a nuestra etapa. Caminamos a velocidad anormalmente reducida, pero nuestra pobre germana no puede más. En los primeros kilómetros pasamos por el hospital de peregrinos de San Paul. Las ruinas de un antiguo convento que ha sido reutilizado (que no restaurado, de hecho la mayor parte no tiene tejado) como hospedería de peregrinos. Sus principales características son la ausencia de luz y agua caliente y hacer una cena comunitaria a las ocho de la tarde Curioso sitio cuando menos. Al igual que ahora en el turismo existen los hotelitos con encanto (y si no vas no tienes el suficiente glamour para comentar tu viaje en la partida de Brigde del club), dentro del Camino existen lo que yo llamo "albergues con encanto", y son aquellos que permanecen anclados en el pasado, en cuanto a hospitalidad se refiere y no buscan el beneficio económico.


La etapa es llana casi en su totalidad, menos una subida de un kilómetro con una pendiente del 12% y su correspondiente bajada. Las fuertes pendientes de bajada junto con el calor son los dos factores que más pueden llegar a estropear los pies.
Al comienzo de la subida dejamos atrás a nuestra joven amiga y proseguimos a nuestro ritmo.

El resto de la etapa transcurre con normalidad y paso a paso llegamos a la localidad de Frómista. La tarde como todas. Misma rutina. Me toca desempolvar la cofia, sacar el botiquín y curar una ampolla de dimensiones considerables en el talón de mi compañero de viaje. Tras la cura cambia de opinión respecto de que el betadine no escuece.


Continuando con mi formación en el gótico, el románico y algún otro estilo más que no recuerdo (cuando Drae lea esto me cuelga) visitamos la iglesia de Frómista, al parecer una joya del románico, con su taqueado jaqués (que nivel). Arcos, capiteles, canecillos y demás elementos entretienen nuestra vista hasta la cena. Toque de queda, como siempre, a las diez.


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2 de agosto de 2011

Etapa 11. 500




300 eran los espartanos que resistieron en la batalla de las Termópilas. 500 los peregrinos, según el hospitalero, que salimos de Burgos esta mañana.

06:20 h. Goteo incesante de peregrinos que escapan de la ciudad a través del campus universitario de Burgos. Paraje mucho más atractivo que el que tuvimos ayer para entrar.

Todas las guías y todos los peregrinos repetidores apuntan a que las etapas entre Burgos y León son las mas duras, monótonas y calurosas. Con la incertidumbre de lo desconocido y la ilusión de un niño que descubre algo por primera vez caminamos prestos hacia ese futuro.


La planicie castellana se pierde en el horizonte ante nosotros. Los kilómetros van cayendo pero el paisaje apenas cambia. Campos de cereales recién cosechados se abren paso a ambos lados. Maquinas cosechadoras es todo el rastro de vida que se ve en kilómetros a la redonda.

Pasamos por pequeños pueblos castizos que parecen sacados del atrezzo de una película de Almodóvar.

La etapa transcurre con una mezcla de calor y monotonía.

Los últimos kilómetros antes de Hontanas, nuestro destino, se hacen muy duros. El calor y una tendinitis del tibial anterior de mi compañero de viaje lo hacen especialmente difícil. Pero finalmente llegamos. Nos alojamos en un albergue privado por el módico precio de cuatro euros noche, lo cual nos hace preguntarnos cómo se pueden obtener beneficios con ese precio y amortizar unas instalaciones que están francamente bien.
Siesta, reposo y una pequeña compra en la diminuta tienda local ocupan la tarde.

Las etapas, el cansancio, el calor, el calzado y los kilómetros acumulados empiezan a pasar factura. El número de personas que cojean, arrastran los pies o simplemente no pueden ni moverse aumenta día tras día. Los albergues se convierten en autenticas farmacias y el contrabando de medicamentos es visible a plena luz del día por todos los rincones. "Toma esta crema" o "dame de esas pastillas que te han ido bien" se suceden en varios idiomas. El olor a mentol embriaga el ambiente a la vez que contribuye a despejar los pulmones.

En esas condiciones de sufrimiento corporal conocemos a Sabrina, una chica alemana de 21 años que llora desconsoladamente mientras habla con su madre. Apenas puede caminar. Lleva tan solo un día de peregrinaje y el exceso de confianza y la falta de entrenamiento han hecho su trabajo. Drae, a falta de Hector y Miguel (por cierto Mª Eugenia, que valentía la tuya) despliega sus dotes paternales y le ofrecemos un poco de consuelo, conversación (in English, please) y drogas (voltaren, no penséis mal).

Mañana se prevé una etapa en idénticas condiciones. Veremos como van los lesionados. ¿Os habéis tomado las pastillas? ¿Si? Pues venga, a dormir.

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1 de agosto de 2011

Etapa 10. Empieza la competición.




Ya hemos hablado en otras ocasiones de que esto del camino se ha convertido ya en una opción turística más, como quien contrata un combinado por París y Países Bajos o un crucero por el Báltico. Camino de Santiago a la carta. Dos etapas ahora. Otras cuatro en semana santa. Un taxi me lleva la mochila. Masajista incluido. Estas etapas las hago en autobús que me han dicho que son muy feas... Al final cada día ves y despides gente nueva. Son cuatro contados con quienes coincides día tras día compartiendo el camino entero.

El comienzo de etapa parece una media marathon. Competición por ver quien se prepara y desayuna primero aspirando a estar en las primeras posiciones de la linea de salida. Al final hay tanta gente que cunde el pánico entre los peregrinos pensando que no va a haber plaza en los albergues siguientes. La realidad es que hasta el día de hoy nadie ha dormido en la calle. Pero es igual, el miedo sigue estando presente.

Las etapas mientras tanto, pasan de ser un caminar solitario a un continuo adelantamiento y ¡Buen Camino!.

Todas las guías advierten de lo tediosa y aburrida de la etapa de hoy. La mayoría de ella transcurre por carretera atravesando pequeños pueblos que apenas si han despertado. Uno de los pueblos interesantes por los que pasamos es Atapuerca, muy cerca del yacimiento.

La ciudad de Burgos se divisa desde 12 o 15 kms antes de finalizar, lo que significa que aun nos restan unas tres horas de seguir caminando. La entrada a Burgos es bastante tediosa y poco agradable ya que nos obliga a atravesar un interminable polígono industrial y después caminar desde los extrarradios hasta el centro donde se ubica el albergue.

El albergue merece mención especial, ya que desde el de Roncesvalles no hemos vuelto a encontrar tanto nivel. Un edificio histórico de seis plantas completamente rehabilitado y acondicionado como albergue a tan solo dos minutos andando de la catedral. Y por solo cuatro euros, vamos todo un lujo.


Aprovechamos la tarde para hacer turismo, compras y descansar.

A las 18:15 horas tenemos una visita guiada desde el albergue por las calles de Burgos. Lo mas memorable de todo lo visto en la visita es sin lugar a dudas el guía. Más que un guía parece un presentador de la tele. Cosas interesantes que haya contado pocas, inconexas, todas. Cuando menos ha sido curioso.


Para cenar tapeamos por la ciudad y probamos los famosos cojonudos y cojonudas. Nada que envidiar a San Sebastian, al contrario, mucho más asequible.

No se si porque es sábado o porque nos vamos haciendo mayores en esto del Camino hoy toque de queda a las 22:30 que apuramos al limite.

Empezamos etapas duras. Hasta mañana.
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Etapa 9. Lost




Lost. Perdidos. Están Jack Shepard y Kate en la isla intentando encontrar a Jhon Locke cuando... Espera, no, que creo que me equivoco... Esto es "Lost" pero versión española. Empecemos de nuevo. Están nuestros dos intrépidos peregrinos intentando salir de Grañon (recordemos la buena y abundante señalización Jacobea en La Rioja). Tomamos la recta que se perfila a la salida del pueblo y vemos a lo lejos a nuestro compañero nocturno, el brasileño, hacer un giro a la izquierda. Llegamos al cruce y no muy atentos a la señalización, tomamos el destino de nuestro predecesor. Unos kilómetros más adelante, ninguna señalización y el pueblo de Villarta que aparece cuando no debería, confirman lo que ya veníamos sospechando... No hemos equivocado. Era inevitable. Solo era cuestión de saber cuando. Que nos íbamos a perder en alguna etapa es una máxima del peregrinaje, y en eso no ibamos a ser una excepción.

Mi padre siempre dice que Murphy es un desgraciado. Y yo con el paso del tiempo apoyo plenamente su opinión. Hemos hecho una pequeña modificación en nuestra ruta de viaje y hemos añadido unos kilómetros a la etapa de hoy para descargar la etapa de Burgos y así llegar pronto al albergue por si hubiera problemas de sitio y aprovechar la ciudad haciendo turismo. Conclusión: etapa de hoy 40 kms. Si hay un día bueno para perderse, ese es hoy. Que son 40 kms de nada. Mucho mejor hacer 43 o 44.
¿Quién nos saca del apuro? Pues quien va a ser, nuestro tercer compañero de viaje, el iPhone. Rápidamente despliega su GPS y a través de los mapas (gracias Google) nos posiciona y nos deja ver una ruta que nos devuelve al buen camino. Así que campo a través y guiados por satélite llegamos a Redecilla del Camino.

Hay iglesias dedicadas a todo tipo de santos, personajes e incluso animales a lo largo de estos 800 kms. Habría que ir pensando en erigir una a San iPhone. Si hay alguien que trabaje estos días, ese es él. Herramienta imprescindible. Llamadas y mensajes aparte, altitud, mapas, albergues, guía en ciudad, blog, cámara de fotos, facebook, dudas, historia, leyendas... y mas cosas que seguro me dejo. Pero bueno, como no tenemos 100 o 200 años para levantarle una catedral, seguimos caminando y avanzando.

Entre una cosa y otra abandonamos la comunidad de La Rioja, con un suspenso en señalización, para adentrarnos en la penúltima comunidad autónoma que pisaremos: Castilla y León. Concretamente provincia de Burgos.

La larga jornada transcurre sin más incidencias. Pasamos por varios pueblos pequeños, resurgidos por este nuevo turismo, y llegamos a almorzar a Belorado. Pueblo en el que abundan las fábricas y tiendas de piel (será por el frío que hace por estas tierras).

Llegamos a comer a Villafranca Montes de Oca. Pequeño pueblo justo en la falda de los montes que le dan apellido. El puerto de La Pedraja nos espera y nos separa de nuestro destino. Cogemos fuerzas, refrescamos los pies y abordamos los últimos 12 kms de etapa. Justo a la salida nos encontramos con dos curiosos personajes, si, si, de esos que dan sabor al Camino. Se trata de una pareja de Daneses que vienen caminando desde Bélgica. Están morenos. Que digo morenos, están negros como si hubieran estado de sol a sol en los campos de algodón. Y llevan dos "discretas" mochilas de 25 y 27 kgs respectivamente. Nos cuentan orgullosos, que antes llevaban más, pero que mandaron cosas por mensajería desde Pamplona. Más que caminar se arrastran. Su velocidad de crucero subiendo el puerto no supera los 2 kms por hora, así que no tardamos en dejarlos atrás. Subida dura que hacemos a buen paso, no en vano en dos horas llegamos a nuestro destino: monasterio de San Juan de Ortega.


El albergue está prácticamente lleno. El haber ganado kilómetros y hacer tres etapas en dos días ha hecho que pillemos una aglomeración de peregrinos que llevábamos por delante. A ver si no nos vamos encontrando problemas para dormir. Habrá que madrugar y poner la directa. La verdad es que cada vez somos más.
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