24 de diciembre de 2011

Ko Chang. Todas las vacaciones tienen unas vacaciones.

Dicen que las vacaciones son para descansar. Pero hay veces que vuelves de unas vacaciones necesitando otras para recuperarte. Para que eso no ocurra esta vez, hemos venido hasta aquí. A relajarnos.


Mucho han cambiado las cosas desde la última entrada. Por lo pronto hemos cambiado de país (el último ya de los que íbamos a visitar en nuestra incursión en el
sudeste asiático) y hemos reducido el número de integrantes de la expedición.


Nuestro bungalow
Vayamos por partes. Nos levantamos en Siem Reap e iniciamos un día de desplazamientos. Un tuk tuk nos recoge en nuestro hostel y nos lleva hasta lo que se supone que es la parada del autobús que nos va a llevar hasta la frontera. Nos recoge el autobús mas viejo de cuantos hemos viajado. Las maletas y mochilas de apilan en los asientos posteriores del conductor en un tetris de dudosa estabilidad. Casi vemos como en el primer frenazo la torre se precipita y aplasta a nuestro chofer, algo que afortunadamente no ocurre. Nos separan unos 140 kms del paso fronterizo con Thailandia de Poipet. Dos paradas y tres horas y media después llegamos a nuestro destino. Nos ponen una pegatina cuadrada con dos letras en la camiseta, cogemos nuestras mochilas y caminamos hasta el control de salida de Camboya. Unas cien personas nos amontonamos frente a cuatro mostradores donde hacemos cola esperando que nos dejen salir del país. Se repite el mismo proceso de entrada. Fotografía y escáner de huellas dactilares. Una hora después avanzamos por el terreno entre Camboya y Thailandia, unos 500 metros plagados de casinos y salones de juego. Llegamos ahora al control de entrada de Thailandia. Rellenamos el papeleo y hacemos cola de nuevo. Siendo residentes comunitarios no hay mucho problema para obtener el visado, que entrando por tierra tiene una duración de 15 días y que sorprendentemente no hay que
pagar. Una hora después estamos ya oficial y legalmente en Thailandia.

A la salida del puesto fronterizo nos empiezan a agrupar en función del tipo de pegatina que nos colocaron anteriormente. Y llega el momento de la despedida. Xabi y yo con dirección a la isla de Ko Chang y Aitor dirección Bangkok, donde coge el avión ya de regreso a España. ¡Se te va a echar de menos compañero! Con la pérdida de uno de los miembros la sensación de que el final del viaje esta próximo se hace patente. De hecho, en una semana estaremos siguiendo los pasos de Aitor camino de España.

Dos pequenos inquilinos de la isla
Siendo dos ya solamente caminamos hasta el lugar donde tenemos que coger el mini bus que nos llevará hasta el pueblo de Tratt. Esperamos reglamentariamente hasta que... la verdad es que no se a que esperamos... pero el caso es que allí estamos todos sentados en el suelo. Nadie (excepto los pasajeros) parece tener prisa. Finalmente salimos en un mini bús (algo así como una monovolumen a lo grande) conducido por un simpático thailandés que se sienta en el asiento del copiloto (¡Ah! se me olvidaba, es que en Thailandia se conduce por la izquierda).

Emprendemos el viaje y nos agarramos con uñas y dientes a los asientos. ¡Pero dónde va este loco! Después de haber viajado por Vietnam y Camboya donde la velocidad máxima es 60 km/h, el volver a circular a 100 o 120 km/h se nos antoja ahora excesivo. Si a eso le añadimos el modelo de conducción kamikaze que aquí realizan, el resultado es cuanto menos inquietante. Pero bueno, a estas alturas del viaje ya nada nos sorprende.

Nuestro kayak
Llegamos Tratt donde tenemos que coger el ferry para cruzar hasta la isla de Ko Chang. Después de un momento de queja colectiva conseguimos que nos entre en el precio contratado (hemos tenido que quejarnos todos los que íbamos porque nos decían que el ferry no estaba incluido. Sería curioso, contratas un viaje a un sitio, pero no te dejan en ese sitio si no antes... en fin). Nos quejamos... y ya esta incluido. Aquí te la intentan colar a la primera de cambio.

Una vez en la isla hemos elegido el pueblo de Bang Bao, que está en la cara sur de la isla, justo en el lado opuesto al que llegamos. Hasta allí aproximadamente tenemos una hora de trayecto por lo que mas parece el trazado del Dragon Khan (montaña rusa) que una carretera. Se suceden cuestas arriba y abajo por toda la carretera costera.

Finalmente sobre las 21:00 llegamos a nuestro destino. 13 horas y media después de haber salido del hostel esta mañana. No esta mal, ¿Eh?

El lugar en el que nos habían recomendado dormir esta completo (se acercan las navidades y la isla empieza a colgar el cartel de completo). Así que al final nos alojamos en un guest house de unos españoles ¡también es causalidad! Aprovechamos para sacarles toda la información posible y a la mañana siguiente nos centramos en buscar un alojamiento mas acorde a lo que andábamos buscando. Y al final, lo encontramos.

En una zona apartada del pueblo encontramos un pequeño complejo de 11 bungalows a pie de playa, con un pequeño restaurante regentado por unas amables tailandesas que se ríen bastante con nosotros (espero que sea eso y no de nosotros). El sitio nos encanta. El problema es que no tienen para todos los días, así que tenemos que hacer una mezcla: un día en un bungalow de los caros, otro día en tienda de campaña y los dos últimos días en un bungalow de los baratos.
Con nuestro kayak en una isla desierta

Resuelto el tema del alojamiento tenemos que decidir ahora como nos desplazamos. Al final nos lanzamos y alquilamos una moto para los cuatro días.
La tarde del primer día la invertimos en acercarnos hasta el pueblo mas cercano, dar una vuelta, tomar algo y cenar.

El segundo día en nuestra isla lo invertimos en realizar una excursión en kayak. Lo alquilamos en Lonely Beach y desde alli se divisan cuatro pequeñas islas, que nos disponemos a explorar. La mañana transcurre de isla en isla. Que si paras en una. Un baño. Vas a otra, rodeas una. Te quedas en el kayak a la deriva tomando el sol... Mezcla de actividad física y relax en unos paisajes sin igual, vistas de toda la isla, aguas transparentes y una temperatura envidiable. Volvemos a comer a tierra firme y después reanudamos nuestra excursión náutica hasta otra de las islas. La única pega es que para las seis de la tarde ya se hace de noche y no se puede aprovechar tanto el día.

Aguas transparentes
Ya creía que me iba a salvar, pero de eso nada. Me las prometía yo muy felices que en todo este tiempo no me haya sentado nada mal al estomago... pues casi al final, llego mi momento. Pasamos una noche complicada. Cosas del viajar.

Al día siguiente hacemos día intenso de relax, dormir y así aprovechar para recuperarse. Disfrutamos de nuestro pequeño y aislado complejo, y de nuestro bungalow. Un poquito a la playa, a la tumbona, siesta, comer, leer, escribir el blog... vamos, lo que viene siendo no hacer nada.

Ya recuperado iniciamos nuestro último día en la isla de Ko Chang. A la mañana realizamos un pequeño trekking hasta unas cascadas cercanas, las Klong Plu Waterfall. La sensación de verse en plena naturaleza tropical contrasta con las playas de estos últimos días. Se trata de un enclave en mitad de un parque natural. Existen hasta cuatro parques naturales en la isla de Ko Chang.

Se hace raro que el día de hoy sea 24 de diciembre. ¿Cuántas nochebuenas habéis pasado en la playa y con temperaturas de 30º? Yo hasta este año ninguna. Estas son las primeras. Y realmente se hace algo extraño. El cuerpo no sabe que pasa, pero te dice: "chico, esto no es normal". Aunque la verdad es que te acostumbras rápido.

Uno de los rincones paradisiacos de la isla
Por la tarde ya de regreso aprovechamos para ducharnos, dejar las maletas preparadas y descansar un poco. La intención es ir a cenar a la playa de Lonely Beach, a uno de lo sitios que existen a pie de playa. Después a eso de las diez de la noche hay una fiesta de "nochebuena" (Christmas Eve) en la misma playa, con música, luces, espectáculos de fuego y bebida, sobre todo bebida para los guiris (sin olvidar de que ahora nosotros aquí también lo somos). No creo que nos quedemos mucho ya que mañana tenemos que madrugar para emprender nuestro último destino en este viaje: Bangkok.

Y siendo el día que es y las fechas en las que nos encontramos, no quisiera acabar esta entrada sin dedicar unas líneas para desearos a todos que paséis unas buenas fiestas de Navidad. Da igual si sois religiosos o no, si estáis en familia o trabajando o en soledad o de viaje, pero que estéis donde estéis seáis lo mas felices posible. Mis mejores deseos para todos y que sepáis que ya tengo ganas de veros, que se os echa mucho de menos aquí tan lejos. Un abrazo especial para mi padre y su familia, ya que este año falta alguien importante. Otro abrazo muy especial para Ana y su familia, que también han perdido a alguien muy cercano. Para mi madre y sobre todo para mi otra abuela, que aunque no vaya a leer esto directamente, se que se lo harán llegar.

Feliz Navidad!


Cascada en Ko Chang

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19 de diciembre de 2011

Siem Reap. Templos de Angkor. Homenaje a mi abuela Dora.

Hoy es un día triste. No puedo comenzar de otra manera. Ayer domingo por la mañana mi abuela Dora dejó de estar con nosotros de manera física, para, con toda seguridad, seguir cuidándonos desde ese lugar mejor al que ha ido. Como todas la mujeres de su generación fue una mujer trabajadora y luchadora sin igual, independiente y consecuente con su manera de pensar y de ver la vida. Filosofía que mantuvo hasta sus ultimos días. A pesar de ser ley de vida, y algo natural, es inevitable tener un gran sentimiento de pérdida y la frustrante sensación de que deberías haber pasado más tiempo con ella. El destino ha querido que me encuentre a más de 10.000 kilómetros de distancia y que no haya podido asistir a su funeral como me hubiera gustado. Pero eso no ha impedido que le rindamos un pequeno homenaje. Desde un lugar tan impresionante y tan cargado de espiritualidad como los templos de Angkor en Camboya, mis compañeros de viaje y yo hemos rendido tributo a su memoria. Un minuto de silencio. Un beso enorme abuela

Este es mi pequeno homenaje abuela. Un abrazo y un beso allí donde estés.
A pesar de la tristeza, nuestro viaje continúa. Y por fin, Siem Reap. Nuestro periplo camboyano toca a su fin. Nos escontramos en la última etapa de nuestra aventura por Camboya y nos disponemos a pasar en esta ciudad y sus alrededores los próximos tres días. La geografía, la entrada desde Vietnam y las sugerencias personales de estos tres intrépidos aventureros han querido que los templos de Angkor sean el colofón final a este país. Qué mejor manera de despedirnos que con la visita del impresionante legado de la civilización Jemer (Camboyana).

Llegamos a Siem Reap desde Battanabang en autobús (es que estamos realizando un Master en este medio de transporte) con una companía local. Para vuestra tranquilidad informaros que seguimos bien conservados, gracias a la temperatura media de 10 grados que se mantiene constante gentileza del equipo de aire acondicionado. Calor, lo que se dice calor, no pasamos. Cierto es que la temperatura exterior ha ido subiendo paulatinamente según hemos ido bajando por Vietnam y nos movemos más hacia el oeste de Camboya. De hecho, hoy rondaremos los 34 grados con buen grado de humedad ambiental. El viaje una tres horas, "pecata minuta" ya para nosotros, aunque no exento de pequenas anécdotas. Cuando llevamos una hora de viaje más o menos, el autobús para en una calle de una ciudad por la que pasamos y se bajan la mitad de los pasajeros. Al parecer los que continúan dirección Bangkok cambian de autobús. Nos parece entenderle al conductor que tenemos 20 minutos de parada, así que aprovechamos para desayunar. Nos apeamos, nos sentamos y vemos como nuestro autobús arranca, con nuestras mochilas en su bodega, y se pone en marcha calle abajo. Nos miramos con cara de "póker" y nos asalta la duda ¿habremos entendido bien? ¿veremos nuestras mochilas de nuevo? Afortunadamente sí, preguntamos y nos dicen que se va, pero que vuelve en veinte minutos. Asombrosamente pocas cosas nos han pasado para lo poco que nos entendemos con los que no hablan inglés (y por aquí los que lo hablan escasean). Creo que lo he comentado en otras entradas, pero aquí lo de viajar en autobús es todo un acto social y de desarrollo económico de la zona, ya que en un viaje de tres horas, se puede parar tranquilamente dos o tres veces para que la gente vaya al baño, desayune, almuerce, compre huevos, se eche un cigarro y un largo etcétera de cosas.

Finalmente llegamos a Siem Reap. Si hay algún sitio turístico en Camboya, sin duda es este. Muchas de las personas que hemos ido conociendo a lo largo del viaje entran en el país única y exclusivamente para venir a Siem Reap y visitar sus templos. En principio hemos programado la visita para mañana y hoy dedicar el día a visitar la ciudad. El alto número de turistas hace que la ciudad esté orientada principalmente a este colectivo. Multitud de hoteles, hostels, guest houses, agencias de viaje, restaurantes, mercados, spas, masajes, tuk tuk (por todos lados) y un sin fin de lugares diferentes donde captar divisas. El tráfico es menos caótico, las calles más limpias y urbanísticamente está mucho más ordenada. Se continúa apreciando la influecia francesa en sus construcciones y muchas de sus casas y edificios siguen manteniendo un aire colonial. La tarde la invertimos en pasear por la ciudad, realizar algunas compras y cerrar nuestros viajes a Thailandia con una agencia.
A última hora de la tarde el equipo se desmiembra. Xabi lleva unos días que no se encuentra bien y se queda descansando en el hostel. No se sabe si esta acatarrado, esta empezando con gripe o son efectos secundarios del Malarone (el medicamento para la malaria). En cualquier caso un poco de descanso le irá bien. Así que Aitor y yo salimos por la noche a dar una vuelta, visitar el mercado nocturno, cenar y acercarnos hasta la zona de pubs, completamente tomada por los turistas.

A la mañana siguiente nos vemos obligados a cambiar de planes, no porque Xabi se encuentre peor, si no porque los que estamos peor hoy somos Aitor y yo. Ayer visitamos la zona de pubs demasiado intensamente. El plan, visitar los templos de Angkor, se atrasa un día.

Amanecer en Angkor Wat
El día tranquilo viene bien para descansar, recuperarse (los unos y los otros), callejear, visitar la multitud de mercados y comercios de la ciudad y realizar alguna compra. La noche de hoy es opuesta a la de ayer, pronto a la cama que al día siguiente nos espera un día largo e intenso.

El último día en Siem Reap, comieza pronto. Concretamente nos levantamos a las 04:30 de la madrugada, ya que a las 05.00 el Tuk Tuk nos espera. Destino: Templos de Angkor. El motivo de acudir tan temprano es para ver el amanecer desde el interior de Angkor Wat, uno de los templos.

Templo Bayon al fondo
Para los que no conozcais mucho de estos templos os hago un rápido resumen. La zona conocida como Templos de Angkor es una vasta región, en mitad de la selva, donde se erigen más de 20 importantes templos de diferentes dimensiones (aunque hay censados más de 900 monumentos en esta zona). La mayoría de ellos se encuentran en un precario estado de conservación, como consecuencia de su abandono desde el siglo XV hasta su redescubrimiento en el siglo XIX. Los templos fueron construidos en la época de esplendor del imperio Jemer (camboyano) entre los siglos IX y XV, cuando esta civilización dominó el sureste asiático. La mayoría de estos templos religiosos corresponden al hinduismo y al budismo.Todavía hoy sigue siendo un misterio el abandono de esta regíon, ya que aquí no sólo se encontraban los templos, sino que estaba establecida la capital del imperio, con más de un millón de habitantes.

Pasear por el complejo es impresionante. Las dimensiones son espectaculares, por no hablar del extraordinario y salvaje entorno natural en el que está enclavado. Como datos curiosos citar que es el reciento religioso más grande jamás construido por el hombre y que el conjunto estuvo nominado como candidato a ser una de las 7 maravillas del mundo moderno aunque finalmente no resultó elegido.

Pasamos el día entero de un templo a otro, escaleras arriba y escaleras abajo (por cierto, de las más empinadas y estrechas que haya visto) y disfrutando del paisaje a cada momento. Este es sin duda uno de esos lugares que dan sentido a un viaje, y que nuevamente vuelven a traer al frente el eslogan de mi blog. Realmente te sientes una de las personas mas afortunadas al contemplarlo.

La cantidad de turistas que llegan diariamente hasta aquí es enorme. Intentamos hacer cuentas pero es dificil calcular, ¿10.000? ¿20.000? Seguramente incluso más. Pero lo extenso del recinto nos diluye por todos lados. A 20$ la entrada por persona, haced cuentas...

Arbol de Tomb Rider en Ta Prohm
El amanecer en Angkor Wat es una sensación única. Ver como poco a poco se va dibujando la silueta de los templos, hasta que aparecen totalmente ante nosotros es algo casi mágico. Otro de los puntos más turísticos del lugar es el templo de Ta Prohm, donde se rodaron partes de la pelicúla de Angelina Jolie, Tomb Rider. Si bien la conservación de los templos es en general, como os decía antes, un poco precaria en el caso de este templo podríamos elevarlo a la categoría de ruinoso. Y sin embargo es uno de los que más encanto tiene. Todo él esta impregnado de un aire de misticismo y misterio que lo envuelve. En una de las guías han definido, con bastante acierto, que este templo representa la rapida tránformación de la naturaleza por el hombre y la posterior destrucción lenta de la naturaleza de la obra del hombre. La naturaleza se ha integrado con el monumento hasta un punto que parece algo irreal, como parte del decorado de una película de ciencia ficción. Es como si la naturaleza quisiera volver a recuperar sus terrenos. En la visita por el templo hay que sortear muros derruidos, galerias cegadas por la caída de sus techumbres y piedras por todos los lados. Todas las piedras tienen una coloración oscura que refleja el paso del tiempo y otras están completamente recubiertas con líquenes.

En el interior del templo Bayon
No quiero extenderme en muchos más detalles, porque además me resulta imposible plasmar con palabras la experiencia que hemos vivido. Quizás, el único aspecto negativo de la visita, ha sido el acoso constante de los vendedores que de una manera demasiado insistente intentan colocarte cualquier tipo de souvenir. Lamentable resulta como se aprovechan de los niños pequeños para apelar a la sensibilidad del turista y que acabe comprando más por lástima que por otra cosa. Las madres se colocan estratégicamente y dirigen y potencian a sus hijos para que realicen alguna venta. Creedme si os digo en serio que llega a ser agobiante. Menos mal que nos lo tomamos con humor y le buscamos la vuelta: les intentamos vender nosotros, les regateamos al alza o les decimos cualquier cosa sin sentido. Muchos y muchas acaban riéndose con nosotros y nos dejan en paz. 

Para la puesta de sol estamos ya demasiado cansados, asi que damos por finalizada nuestra sesión cultural y nuestro Tuk Tuk nos devuelve a nuestro hostel a una velocidad de vértigo (demasiada para un motocarro con ninguna medida de seguridad y dos galletas "maría" como ruedas).
La noche de hoy es especial porque es noche de despedida. El viaje de Aitor toca a su fin y mañana regresa ya para España. Xabi y yo continuaremos todavía 8 días más por Thailandia. Cogemos un autobús juntos a las 08:00 de la manana que compartiremos hasta cruzar la frontera con Thailandia. Una vez allí, Aitor continuará hacia Bangkok y nosotros hasta la isla de Ko Chang, a unas 11 horas de autobús de nada. Seguro que el viaje va a ser una aventura. Ya veremos.

Templos de Angkor

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16 de diciembre de 2011

Battanbang

De nuevo iniciamos el día en movimiento. Es esta ocasión el viaje se antoja corto. Algo menos de dos horas separan Battanbang de Pursat, el pueblo donde hemos estado los dos últimos días.

Battanbang será nuestro penúltimo destino en Camboya. Estaremos un par de días y de allí a nuestro destino final en Siem Reap, donde visitaremos los increíbles templos de Angkor.

Monjes budistas en los templos de Battanbang
Pero no nos adelantemos. Subimos de nuevo a un autobús, y esta vez se agradece que el aire acondicionado esté moderado, porque poco a poco los tres vamos cayendo alternativamente con mocos y toses. En esta ocasión viajamos con una compañía mas usada por los locales que por turistas y a lo largo de nuestro recorrido se suceden una serie de paradas cortas en las que coger y dejar gente. En una de ellas en concreto se montan dos chicas camboyanas que nos intentan vender (a todos los presentes) bolsas con fruta pelada lista para tomar. Es increíble como cada uno encuentra aquí su manera de ganarse la vida.

Un poco antes de dos horas llegamos a Battanbang. El hostel lo reservamos desde una agencia en Phnom Penh y como pasa siempre (y mas en estos sitios) lo de reservar sin ver tiene sus riesgos. Como no estamos muy conformes buscamos otro hostel para la noche del día siguiente (teníamos ya una noche pagada en este) y tras discutir un poco (gran gestión de Aitor) conseguimos que para la noche de hoy nos cambien a una habitación mejor (vais a pensar que somos unos "tikismikis", pero lo que estábamos pagando no era acorde a lo que nos estaban ofreciendo. ¡Pues anda que no tenemos nosotros ya experiencia!).

La ciudad en si tampoco tiene gran atractivo. Quizás lo mas relevante sea una concentración de templos y cementerio budistas en mitad del casco urbano. En su visita aprovechamos para charlar con uno de los monjes. ¿Sabíais que no se les puede tocar? Nosotros tampoco. Rehuyen el contacto físico. Nos henos enterado cuando hemos ido a darle la mano para despedirnos. Aprendemos cosas curiosas de su tipo de vida, centrada fundamentalmente en el estudio, la oración y la meditación. Y de como muchos de ellos eligen este camino cuando no han llegado incluso ni a la pubertad, siendo unos niños. 
Paseamos por los laterales del río donde han construido una especie de paseo fluvial.

Pasajeros al tren!!!
El día no da mucho mas de sí. Cerramos las actividades para el día de mañana y nos deleitamos con la gastronomía predominante del viaje, el arroz. Desde que comenzó el viaje no ha pasado ni un solo día que no hayamos comido o cenado arroz. En diferentes variantes, como plato principal o de acompañamiento e incluso como licor.

A la mañana siguiente hacemos la mochila de nuevo (tarea bastante depurada ya y que realizamos cada vez a mayor velocidad y precisión) y cambiamos de hostel. Parece mentira que cruzando la calle y por tan solo dos dólares más la habitación, el panorama cambie tanto. Ni punto de comparación. Nos acomodamos, desayunamos y comenzamos la excursión prevista para hoy.

Nos recoge el Tuc Tuc (otro medio de transporte que también dominamos) en la puerta del hotel y nos dirigimos en primer lugar al Bamboo Train (tren de bambú). Una atracción mas turística que interesante, pero que sabemos sacarle partido (aunque por el precio hayan sacado ellos mas partido que nosotros). Se trata de una vía de tren por la que no circulan trenes y que los habitantes de la zona han sabido aprovechar. A ver si consigo explicarme. Colocan dos ejes sobre la vía, separados una longitud de un metro y medio mas o menos. Después colocan una plataforma hecha de bambú sobre los ejes. Y sobre la plataforma un motor de gasolina, parecido al de una fuera borda. Uno de los ejes tiene una polea y hay otra polea en el motor. Ambas poleas se unen por una correa y ¡Voilá! ¡Ya tenemos tren!
Montados en el "bamboo train"
Nos montamos en la plataforma y empieza el viaje. Unos 7 kilómetros de vía, no muy recta y no exenta de uniones y empalmes, algo que no contribuye a aumentar la sensación de seguridad. Lo mas curioso de este sistema es que tan solo hay una vía que se utiliza de ida y vuelta. Si, seguro que os preguntáis que sucede cuando se encuentran dos plataformas, una que va y otra que vuelve. Pues nada, ningún problema, se para, se desmonta una de las plataformas, se quitan los ejes y ya está, vía libre (nunca mejor dicho). Se deja pasar, se vuelve a montar el "chiringuito" y se continúa el viaje. Llegamos al final del recorrido de 7 kilómetros. Nos apeamos y nos asaltan una horda de lugareños deseosos de vendernos lo que sea. Eso es lo malo de las atracciones turísticas. En el lugar se puede visitar un horno en el que fabrican ladrillos de barro y poco más. Damos una vuelta y retornamos por el mismo camino que hemos recorrido. La verdad es que la sensación de ver la vía, la naturaleza a ambos lados y el traqueteo de nuestro "tren" tiene un encanto especial.

Después nos dirigimos a visitar las ruinas de un antiguo templo, Prasat Banan. Debe ser muy parecido y en versión reducida a lo que nos espera en Siem Reap. Una larga y empinada escalinata, con escalones irregulares, nos recibe. Hacemos nuestra sesión de ejercicio diario subiendo hasta la cima, donde encontramos 5 antiguas construcciones de piedra, en un pésimo estado de conservación. Pero, a pesar de ello, el lugar alberga un encanto especial, además de unas inmejorables vistas de la llanura Camboyana.

Templos de Prasat Banan
Por último visitamos otro complejo de templos, Phonm Sampov, en la cima de una colina, que según la tradición local, tiene forma de cocodrilo. Más templos, estos ya más modernos, y más escaleras para arriba y para abajo. Esta última parte de la excursión, es quizás, la que menos ha merecido la pena. No obstante, tampoco nos preocupa. Disfrutamos del paisaje, de andar al aire libre y de los paseos en Tuc Tuc por la naturaleza camboyana. Es increible como después de tantos días juntos, seguimos manteniendo conversación, hablando constantemente.

De retorno ya en Battanbang, aprovechamos para amortizar la habitación del hotel y descansar y darnos una ducha. Hoy es sin duda el día más caluroso de cuantos hemos estado aquí. Entre la crema protectora, el repelente de insectos y el "after sun" estamos todo el día embadurnados. Pero bueno, podemos presumir (por lo menos de momento) de no habernos quemado y de mantener a los mosquitos a raya.

Manana ya abandonamos Battanbang con dirección Siem Reap, último destino en Camboya, donde previsiblemente estaremos dos días y de allí ya rumbo a Camboya. Pero bueno, como os digo siempre, seguid por aquí y ya os iré contando.
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14 de diciembre de 2011

Pursat

Uno de los rincones de Pursat
Iniciamos de nuevo el día en nuestro medio de transporte local favorito, el autobús. Nos recogen en el hostel y nos llevan hasta la estación (por llamarlo de alguna manera). Intentamos volver loco a una especie de revisor al sentarnos en unos asientos que no nos corresponden. Nos hacemos los suecos, pero en el país del engaño, ellos nos llevan la delantera. Así que asumimos con resignación los asientos asignados y afrontamos las cuatro horas que tenemos por delante.

¿Cuatro horas? ¡Ay! ¡Qué ilusos! Apenas salimos con retraso pero no llevamos ni 20 minutos cuando hay que parar para que arreglen el aire acondicionado. Otra cosa no tendrán, pero aire acondicionado si. Están enganchados. Alli donde vayas tienes aire acondicionado o en su defecto ventiladores. Lo autobuses parecen neveras. Creedme si no exagero si os digo que me pongo el polar para viajar. En los bares, restaurantes y tiendas los ventiladores de techo están siempre a todo trapo. Calor hace, pero vamos, nada que no resulte agradable en mana corta (estaremos entre 25 y 32ºC todo el rato). No me imagino a uno de estos en Andalucía en verano...

Durmiendo como podemos van pasando las horas. Primera parada para estirar, un cigarro y aligerar la vejiga. Aquí es muy común eso de hacer paraditas para comprar, fumar, etc... eso si, dejando el autobús en marcha para que el aire acondicionado siga funcionando, no vaya a ser que el habitáculo se atempere demasiado. En la segunda de nuestras paradas, esperamos a que todos coman sus noodles, sus sopas y demás condimentos. Cuando vamos a reanudar nuestro viaje se nos ocurre preguntar cuanto falta para Pursat, a lo que nos contestan: ¡Pero si Pursat es esto! Menos mal que se nos ha ocurrido preguntar, ya que si no aparecemos en la Conchinchina (sirva este inciso para ilustrar a los lectores que la Conchinchina es una región del delta del Mekong en Vietnam, muy cerca de la ciudad de Ho Chi Min, así que ya sabéis a donde os mandan la próxima vez que os lo digan). Así que nos volvemos a montar en el autobús que nos acerca hasta la parada del autobús (en mitad de la calle). La desolación que vemos hace que estemos a punto de no bajarnos y continuar hasta la Ciudad de Battanbang, pero al final nos apeamos, cogemos la mochilas y nos quedamos allí, en una calle semiasfaltada viendo como nuestro autobús se va. No ha estado tan mal, pasan ya de las dos de la tarde, con lo que nos ha costado mas de cinco horas recorrer los 188 kilómetros existentes entre Phnom Penh y Pursat. 


Otra vista de Pursat
Nos encontramos sin duda en una ciudad poco turística, del interior, fundamentalmente agrícola y menos desarrollada que todo cuanto hemos pisado hasta el momento. Nos alojamos en el primer hostel que encontramos, que nos ofrece un precio mas que razonable y tiene unas dimensiones exageradas para el lugar en el que estamos. Sin duda el mas grande de los que hemos estado hasta el momento.

Damos una vuelta por la ciudad (pueblo grande) y realmente nos damos cuentas que pocos turistas llegan hasta aquí. Los niños nos saludan y se ríen a nuestro paso. Generamos bastante expectación entre los viandantes que se nos quedan mirando y se giran para vernos. Es raro sentirse observado. Visitamos una especie de lugar espiritual destinado a pequeños templos y residencia de los monjes. Caminamos hasta la oficina de turismo, que se encuentra cerrada, pero que la abren para nosotros cuando preguntamos en el edificio colindante. La chica que la atiende, muy risueña ella, parece muy sorprendida de tener turistas. Una vez dentro miramos en el libro de visitas y confirmamos que la llegada de turistas a este lugar se produce con cuentagotas. Nos proporciona un poco de información local y un pequeño plan para realizar al día siguiente: visitar el Floating Village (ciudad flotante) de Kampong Luong.
A bordo del bote en nuestro recorrido por la ciudad flotante
Damos alguna que otra vuelta por la ciudad, visitamos un mercado y una isla fluvial gigante con forma de barco donde han realizado un paseo y un lugar de esparcimiento. La verdad es que a veces resulta un poco chocante que no tengan las cosas mas básicas como aceras, alumbrado o alcantarillas y sin embargo se gasten dinero en construcciones titánicas como ésta.

Por la noche cena, partida de cartas y nos quedamos tranquilamente en el hostel. ¿Cuántas creéis que son las posibilidades de estar en este lugar y no poder dormir por ruido? Pues por increíble que parezca, justo enfrente del hostel tenemos una especie de discoteca (imaginaos unas carpas en unos descampados) con la musica a todo trapo. Afortunadamente no dura mucho mas allá de las once de la noche.

A la mañana siguiente no madrugamos en exceso, si no que nos levantamos con tranquilidad. Desayuno. Regateo para conseguir un Tuc Tuc y en marcha. Casi una hora de camino (en un motocarro) hasta llegar a nuestro destino. Ya nos hemos acostumbrado, pero esto es mas intenso que montarse en el Dragon Khan. Adelantamientos dobles, triples y cuádruples se suceden durante todo el trayecto en una calzada de dos sentidos sin arcén. Pitadas, polvo, baches y algún que otro susto después, llegamos al final del viaje. Incluso hemos sido testigos de un accidente de dos motocicletas que se ha producido justo delante nuestra. Una locura.

Cambiamos ahora de medio de transporte y alquilamos un bote que nos va a llevar a dar una vuelta por la
"la vuelta del cole"
ciudad flotante. Tenemos suerte y aprovechan nuestro viaje para devolver a sus casas a una veintena de niños que viven en la ciudad flotante y que regresan ahora del colegio. Esta experiencia nos proporciona unos momentos únicos e inolvidables. Esas caras, esos ojos, esas risas, ese parloteo animado entre ellos, riéndose de nosotros, de cuando hacemos fotos, de cuando les hablamos en ingles... ha sido uno de los momentos más auténticos y mas bellos del viaje. Poco a poco vamos dejando a nuestros pequeños tripulantes en sus casas salteadas por todo el lago de agua dulce, conocido como Sap. Es increíble ver como han creado toda una ciudad flotante, con sus casas, sus tiendas, su escuela, su Pagoda e incluso su estación de servicio. Digno de ver. Realizamos unas fotografías maravillosas, llenas de colorido aunque desde nuestro poco conocimiento de este arte. Este es un paraíso para quien disfrute con la fotografía. Intentando captar estas instantáneas a uno le dan ganas de formarse un poco mas en este campo.

Floating Village (Ciudad flotante)
De nuevo Tuc Tuc de regreso hasta Pursat, no exento de su dosis de emoción reglamentaria. Compramos los billetes de autobús (si, de nuevo al autobús) para el día siguiente y nos vamos al restaurante a comer.

A la tarde realizamos una incursión en el mercado y Xabi aprovecha para cortarse el pelo y afeitarse en una peluquería local (todo por un dólar, unos 80 céntimos de euro). Imaginad el resultado. Ni le conocemos. Parece que hemos cambiado de compañero de viaje, pero no, sigue siendo el
genuino regateador y emprendedor que traíamos hasta el momento.

El resto de la tarde nos la tomamos de relax: siesta, escribir las crónicas, el blog, ducharse, afeitarse, partidita de cartas y a cenar. Un poco de tranquilidad también se agradece.

Mañana cogeremos el autobús a las nueve de la mañana hasta la ciudad de Battanbang, a unos 105 kilómetros, ya mas cerca de Siem Reap. Pero no nos adelantemos, seguid conmigo y disfrutemos de lo que aún nos queda.
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12 de diciembre de 2011

Phonm Penh y su triste historia.

23:30 horas. Es la hora a la que nos recoge un vietnamita que nos acerca hasta la parada de nuestro autobús nocturno. Nocturno porque circula de noche, ya que es un autobús normal de asientos. Para que fuese un autobús con literas tendríamos que haber cogido el de las tres de la tarde. Paradójico, ¿no? el que circula de noche es de asientos y el que lo hace por el día de literas. En fin. Así son las cosas.

01:10. Una hora y treinta y cinco minutos mas tarde, nuestro autobús aparece. Justo es decir que es de las pocas veces que han venido con retraso. En Vietnam, en general, todo ha funcionado con extrema puntualidad. Ya vamos prevenidos, por cuantos nos hemos encontrado durante el viaje que han estado en Camboya, que las cosas en ese país van a ser diferentes.

Se supone que el viaje entre Ho Chi Min y Phnom Phen son 6 horas. Digo se supone porque al final dista mucho de la realidad. La frontera entre Vietnam y Camboya, en su paso por Moc Bai, permanece cerrada de 00:00 a 06:00 horas, así que da igual que para las 03:30 estuviéramos en la frontera, hemos tenido que esperar hasta las 06:00 para poder comenzar a hacer los tramites.

Templo budista en Phnom Penh
Salimos de Vietnam, nos sellan la salida y avanzamos hasta el edificio de Camboya. Alli pasamos el control de pasaporte, nos digitalizan las huellas dactilares con un escáner de manos, nos hacen una fotografía de cara (ademas de la que tenemos que aportar nosotros para el visado), nos toman la temperatura con un termómetro de infrarrojos y pagamos (eso que no falte) los 25 dólares de rigor por los trámites. Por un momento parece que vamos a entrar en el cuartel general del FBI de Estados Unidos en vez de en un país del sudeste asiático. Poco mas adelante nos daremos cuenta que el
dinero que se han gastado en las medidas de seguridad de entrada no van acorde con el resto del país.

Casi 12 horas después de que tuviéramos que salir de Ho Chi Min llegamos a la capital de Camboya. Osea que acabamos de multiplicar por dos la duración inicial. Un potente equipo de aire acondicionado desbocado durante las 12 horas de viaje hace que lleguemos con la garganta y la nariz tocados. Pero a mal tiempo buena cara (aunque aquí el tiempo sea el mejor que hemos tenido hasta el momento).

La periferia de la ciudad refleja una enorme pobreza. Calles sin asfaltar, edificios sucios, semiderruidos y construidos sin ningún tipo de control. Conforme avanzamos hacia la zona centro los edificios van mejorando y la inversión urbanística se hace patente: rotondas, jardines cuidados, palacios perfectamente restaurados, paseo marítimo (aunque el escenario sea un río, el Tonle Sap River concretamente), y toda una serie de servicios orientados al turismo.

El autobús nos deja en la zona centro, que es la más turística y próximo a los alojamientos de mochileros. Durante una hora se sucede el ritual de encontrar alojamiento. Xabi vuelve a demostrar su constancia para el regateo y encontramos un sitio a nuestro precio y exigencias (que son mas bien pocas).

La tarde la invertimos en pasear por la ciudad, sus calles, sus mercados a pie de calle y algún que otro templo budista. La temperatura genial, unos 28ºC. Después hemos quedado con una profesora camboyana que hemos conocido en el autobús que nos lleva a un lugar de fiesta local con música, mercado y un sitio típico para comer. Aprovechamos para preguntarle cosas sobre la historia y la cultura y para darnos cuenta que no somos tan diferentes.

Prision de Toulseng, tambien llamada S-21
El día siguiente se presenta histórico y cultural. Nos zambullimos de lleno en unos de los episodios mas oscuros y mas silenciados de la historia contemporánea: el genocidio camboyano que se llevó a cabo en este país entre 1975 y 1979 a manos del partido comunista de los Jemeres Rojos, con su dirigente Pol Pot a la cabeza. Visitamos una antigua escuela de Phnom Penh que fue convertida en prisión y centro de tortura para todos cuantos fueran sospechosos de estar contra el régimen. Algunos de ellos fueron torturados y asesinados por tan poderosas razones como tener una carrera, hablar otro idioma, llevar gafas o tener las manos demasiado suaves.
He de reconocer que hasta mi viaje a Camboya estos hechos eran casi desconocidos para mi. Me sorprende y me entristece como un hecho semejante, en el que murieron 3 millones de camboyanos (de una población de 8 millones) puede haber pasado tan desapercibido e impune para el resto del mundo.

Con uno de los pocos supervivientes de la prision de Toulseng
Al ya desgarrador lugar se une un guía que habiendo vivido de cerca la situación nos relata en primera persona todos los aspectos mas turbios y sórdidos de esta historia. Todo con un respeto, un sentimiento y una aparente paz interior digno de envidiar. Impresionante.

Continuamos nuestro día yendo en Tuc Tuc hasta el campo de exterminio de Choueng Ek, a unos 15 kms de Phnom Penh. Hasta allí se trasladarían a los torturados en la prisión para ejecutarlos y sepultarlos en fosas comunes. Una visita con audio guía por el recinto nos acerca al horror de este sitio. Una vez mas nos encontramos cara a cara con la faceta mas inhumana, devastadora e incomprensible del ser humano.

Un momento de la visita con nuestro guia
Para todos aquellos que sintáis algo de curiosidad os dejo un enlace a la web del Centro de Genocidio: www.cekillingfield.com

Así hemos pasado prácticamente todo el día. A media tarde hemos llegado con nuestro Tuc Tuc hasta el Russian market, otro mercado de dimensiones considerables pero diminutos pasillos donde se agolpan productos locales, ropa, copias de primeras firmas, comida, artesanías y todo cuanto podáis imaginar.

A última hora cerramos el viaje de mañana a Pursat y algunos alojamientos en una agencia de viajes cercana a nuestro hostel. La dos chicas que nos atienden, con su idéntica indumentaria rosa, parecen más un sketch de Martes y 13 que algo serio. Están todo el rato pisándose entre ellas mientras hablan, riéndose a carcajada limpia y agarrándose las manos la una a la otra. Se lo están pasando en grande con nosotros. Al final salimos muy satisfechos con la gestión y con los precios conseguidos. De nuevo regateo (riete tu de Ronaldo).

Mañana iniciamos nuestro ascenso hacia Siem Reap con parada en Pursat. En principio prevemos dos días, pero ya os iré contando.
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10 de diciembre de 2011

Saigón

Entrada triunfante en Saigon
Se agradece viajar en avión. Madrugamos y un coche privado nos acerca de nuestro hostel en Hoi An hasta el aeropuerto de Da Nang. Si hay una zona de Vietam que esta siendo fuertemente transformada, es sin duda esta. Durante los 40 minutos que nos separan de nuestro destino, hemos podido ver grandes complejos hoteleros a pie de playa y otros muchos en construcción. Es curioso comprobar como el estilo de viaje occidental se impone en todo el mundo. Macro resorts que unifican el paisaje de todos los lugares, sin que puedas empaparte de la cultura y las costumbres locales. Tiene que llegar un momento, a bordo de estos complejos, que realmente no sabes en que lugar del planeta te encuentras, ya que son prácticamente iguales.

Como os decía al principio, que gusto da viajar en avión. En apenas una hora recorremos unos 1000 kms, lo que de otro modo nos hubiera costado unas incómodas 12 horas. Volamos con Jetstar, compañía de bajo coste que opera en Vietnam, pero que nos sorprende gratamente: asientos de cuero, buen espacio para las piernas, salida y llegada puntual, equipaje sin contratiempos...

Una vez en el exterior del aeropuerto damos alguna que otra vuelta hasta conseguir un autobús urbano que nos lleve hasta el centro, cerca del barrio de mochileros. Si vas con equipaje, pagas dos billetes, uno para ti y otro para la mochila. Así que como han pagado, llevamos a nuestras mochilas cómodamente sentadas.

Tras unos cuantos regateos conseguimos alojamiento en pleno centro neurálgico del barrio de mochileros. Actividad frenética. Motos, coches y más motos abarrotan sus calles. Puestos de comida, bebidas, gafas, souvenirs, agencias, tiendas de todos los tamaños... Es imposible mirar hacia un lado y encontrar un ápice de tranquilidad.

La gente de nuestro hostel encantadora. Hemos tenido suerte. Nos alegra no ser el objeto de todos los intentos de timo del comercio local. Nos lavan la ropa (casi como una madre, aunque nunca será lo mismo), contratamos alguna excursión con ellos y hasta nos recomiendan algún buen sitio para comer.

Frente al Palacio de la Independencia
Invertimos la tarde realizando turismo por la ciudad, andando, recorriendo la ruta a pie planteada por la Lonely Planet. Atravesamos un par de mercados locales de los cuales es casi imposible salir, ya que a punto estamos de ser secuestrados por sus dependientas ¡Qué estrés! El regateo, obligado si no quieres pagar 6 o 10 veces el precio real de las cosas. Entramos en el museo de la Ciudad de Ho Chi Min, que no merece mucho la pena. Nos colamos en la catedral mientras realizan un oficio. En realidad estaba cerrada al turismo, pero ¿Cómo van a dejar fuera a unos fieles que solo quieren rezar? Intentamos colarnos también en el edificio de la Independencia, pero somos sorprendidos por el guarda de la salida, al que convencemos y termina sacándonos unas fotos. Al final hay que echarle un poco de cara y tirar para adelante. Dejamos el museo de la guerra para el día siguiente y visitamos el interior del edificio de Correos, toda una belleza arquitectónica.

Poco a poco vamos haciéndole kilómetros a la ciudad y son muchas las cosas que llaman la atención de estos recién llegados habitantes: la convivencia tan próxima entre rascacielos y casas semiderruidas; la coexistencia de 5 millones de motos en una ciudad con 9 millones de habitantes; la presencia de tiendas de primeras firmas con improvisados puestos o tiendas en cualquier esquina; su denso tráfico; los olores de su calles; sus adornos navideños occidentales y mil aspectos que captan nuestra atención constantemente. Es, sin duda, la ciudad mas desarrollada de Vietnam en la que hemos estado.

A la noche, después de cenar, damos una vuelta por las calles de bares (osea, por nuestra calle y las de alrededor). Da igual que día de la semana sea, esto debe estar siempre a tope. Es triste comprobar, lo que las guías ya anuncian, y es que la profesión mas antigua del mundo se practica con total "naturalidad" (si me permitís la expresión). Chicas y lady boys (la mayoría recién entrados en su mayoría de edad) se ofertan a los turistas por todos lados, en todos los bares, terrazas, esquinas.... Se pueden ver muchos hombres con chicas a las que duplican e igual hasta triplican la edad sentados cenando, tomando una copa, viendo fotos o paseando agarrados de la mano. Aquí las autoridades son cómplices silenciosas de este modo de vida, imaginamos q por ser un lamentable e importante motor turístico y económico del país.

Cu Chi. Escondite de los soldados del Vietcom en la selva.
A la mañana siguiente madrugamos para ir hasta Cu Chi. Hoy toca fía temático de la guerra del Vietnam. Nos adentramos en uno de los episodios negros de la historia reciente. Resulta sobrecogedor ver la selva vietnamita, imaginar las emboscadas, los helicópteros sobrevolando, las bombas cayendo... Vemos "in situ" como se organizó la resistencia del Vietcong contra el ejercito americano y sus aliados. Como se organizaron bajo tierra, en pequeñas ciudades subterráneas con cientos de túneles y pasadizos, escapando de la fuerza aérea de los ejércitos contrarios. Como las técnicas de guerra primitivas y el conocimiento del medio natural pudieron contra la primera potencia armamentistica del mundo. Realmente una lección de historia que difícilmente podré olvidar. Momento clímax ha sido el poder recorrer unos 100 metros de galerías subterráneas, y eso que estaban ligeramente aumentadas en altura y anchura para el turismo occidental. Si yo con mi 1'94 he podido pasar... (eso si, no apto para claustrofóbicos).

Museo de la guerra del Vietnam
Una ver de regreso por la tarde en Ho Chi Min, visitamos el museo de la guerra. Continuamos con la lección de historia, aunque "un poco" sesgada desde el punto de vista ganador (Vietnam del Norte). Es principalmente un reportaje fotográfico impactante, de algunas de las mejores instantáneas tomadas a los largo de los mas de 17 años de guerra. Todas tienen como denominador común que buscan mostrar la crueldad y la injusticia de la invasión americana. Evidentemente que lo que se cuenta y se muestra es cierto, por lo menos en su mayoría, pero que por la otra parte (de la que no se muestra nada) también se cometieron atrocidades estoy completamente seguro. Lo mas instructivo de estos museos es mantener viva la memoria y ser un testimonio de la crueldad humana en su lucha por la ambición. Que sirva de lección para que algo así no vuelva a ocurrir (aunque lamentablemente esta ocurriendo en otras partes del planeta mientras escribo estas líneas).

Salimos del museo visiblemente emocionados y aprovechamos para pasear por la ciudad (problemas de orientación hace que la marcha sea mas larga de lo previsto). Dos horas y media después llegamos a nuestro hostel. Descansamos y nos preparamos para salir a cenar. Nos reencontramos con Noe y con Jose y aprovechamos para ponernos al día en estos días que no nos hemos visto. Tomamos algo por ahí, con pequeño percance de precios incluido y nos vamos a la cama que toca madrugar de nuevo al día siguiente.

Lo mejor es llegar cansado a la habitación, ya que tenemos unas bonitas vistas a la calle. Esa misma calle donde los bares están abiertos hasta las 5 de la mañana, mas o menos a la hora a la que la ciudad empieza a despertar de nuevo. Con lo cual os podría imaginar que no hay ni un momento de silencio en las calles.
Calle de Saigon con su "ligero' trafico
El último día en Saigón madrugamos para realizar la excursión mas turística y menos recomendable que hemos hecho de cuantas hemos realizado. Pero bueno, es inevitable que siempre caiga alguna de estas. Se trata de una visita de un día al delta del Mekong, ese gran río que atraviesa toda la península de indochina y desemboca en el sur de Vietnam hacia el mar de China. Lo mejor ha sido las personas que hemos conocido, una pareja extraordinaria de Asturias, Abelardo (ya jubilado) y su esposa, pero que siguen transmitiendo un entusiasmo por viajar envidiable y tres chicas suizas Yazmina, Sabrina y Segrine. Un saludo para todo ellos.

Ya de vuelta, realizamos últimas compras, últimos paseos por la ciudad y quedamos de nuevo con Jose y Noe pasa cenar y despedirnos (esta vez ya parece la definitiva). Después nos esperan 9 horas en el autobús nocturno que nos llevará hasta Camboya. Pasaremos la frontera y realizaremos el visado en el paso. Veremos si hay problemas, pero para todo esto tendremos que esperar. ¡¡Adiós Vietnam!!
Embarcadero en el Delta del Mekong
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8 de diciembre de 2011

¡Adiós Hoi An!

Rincones de Hoi An
Siempre en todos los viajes aparece un sitio, un lugar que te sorprende. No sé si aún quedará alguno en este viaje pero si la bahía de Halong fue uno, este sin duda es otro de esos lugares.

Hoi An se despierta bullicioso. Casi igual que como se acostó. Una lluvia ligera cae y abrillanta sus calles y sus aceras. Nos levantamos sin mucha prisa y sin grandes planes. Tan solo recorrer su calles, sus comercios, sus mercados y mezclarnos con la gente. A pesar de ser un sitio turístico, al menos su centro mas histórico, sigue manteniendo su encanto sin muchos agobios. Realmente recomiendo este sitio a quien tenga la suerte de viajar hasta aquí.

El día la verdad es que no da para mucho. Disfrutamos tranquilamente de un día sosegado, regateando y comprando algunas cosas en los comercios. Al parecer existe gran tradición de trabajar la seda en este lugar, y debió ser, ya tiempo atrás, un puerto importante en el comercio y en la ruta de la seda. Existe la posibilidad de hacerte un traje de seda a medida por unos 50€. Camisetas, pañuelos, manteles y toda clase de complementos abundan en las tiendas.

Un "47" vietnamita
¡Ah! Si pensáis que el problema de las tallas está solo en España, vais listos. Aquí es todavía mas complicado. Las tallas aquí son toda una aventura, ya que entre que son pequeños, otras prendas son manufacturadas por ellos, otras son copiadas, otras son importadas... En definitiva, no hay quien se aclare. He intentado encontrar unas chanclas de mi talla y podéis ver el resultado en la fotografía. ¡Y eso que lo que intenta venderme es un 47 (según ella)! También nos encontramos con etiquetas curiosas en otras prendas. Hemos intentado (sobre todo Aitor) que nos hagan un tanga de leopardo de seda en una de las sastrerías, pero no ha sido posible. Aunque por lo menos hemos arrancado las risas de las chicas que nos atienden. Aquí tienen mas sentido del humor, un bien escaso por estos lares.
Curiosa etiqueta

Otro de los elementos destacados es su mercado, donde venden toda clase de alimentos crudos o cocinados. Los barcos se acercan y descargan directamente su pescado, donde miles de hábiles manos se hacen con él y lo transforman de todas las maneras imaginadas: lo parten, lo trocean, vivo en bañeras, entero, limpio, abierto, cocinado, frito, en sopa, con noodles...

Pasamos el día con nuestros recién conocidos amigos de Palma de Mallorca, Noe y Jose. Aprovechamos para seguir explorando la gastronomía local y también la española de mano de Jose, que es chef en un importante hotel de Palma de Mallorca. Da gusto oírle hablar de platos suculentos y técnicas de cocina. Noe adereza sus comentarios con su tierra natal, Galicia, ¡Qué bien se come ahí también!

Comida vietnamita con el "Cau Lau" en primer plano
Al exquisito tofú con salsa de tomate ya conocido, añadimos ahora un delicioso y barato plato local: el "Cau Lau": un bol de una especie de noodles (con una textura más gomosa, pero exquisita), hierba buena, cilantro, cerdo ahumado, salsa con agua de pozo, unas cuantas verduras y por último una especie de panecillos fritos partidos en pequeños cuadrados. Puede sonar extraño pero es un plato exquisito. Aitor y yo hemos dado buena cuenta de ello. Aunque si algo no puede faltar desde que hemos venido es el omnipresente arroz. Lo hemos comido como plato principal o como acompañamiento, pero yo creo que aún no hemos hecho ninguna comida si él. Hervido o frito, solo o con toda una variedad de ingredientes. Lo que es indiscutible es que es la base de la gastronomía Vietnamita, incluso asiática me atrevería a decir, y un fuerte motor económico del país.


"Atendiendo" un puesto en el mercado

El día también nos sirve para planificar los próximos días del viaje, con ayuda de nuestra guía y de una oficina de turismo local. El mal tiempo previsto para los próximos días nos lleva a modificar el plan previsto y decidimos no acudir a Dalat si no volar directamente a la ciudad de Ho Chi Min. Se agradece sustituir un desplazamiento en autobús por un medio mas cómodo, mucho mas rápido y sobre todo mucho más tolerante con mis minúsculas piernas. Además, la diferencia de precio es prácticamente ridícula.



Finalizamos con una buena cena de despedida de nuestros amigos, ya que ellos permanecerán aún un día más en Hoi An. Hoy la noche esta mucho mas tranquila. Los comercios cierran pronto y casi no encontramos ningún restaurante abierto, salvo un muy próximo al hotel, donde el propietario nos recibe con un ¡Hola! Impresionante. Un par de años más y acabaremos viendo "paella" en sus cartas de menú. Lo mas curioso del restaurante es la excursión inmobiliaria que hay que realizar para ir al baño: entras al comedor, pasas por un pasillo, varios quiebros después te metes en una habitación, ahí no es, sales y te metes en otra donde hay una persona cambiando se, ahí tampoco debe ser. Continuas y te metes en la cocina, te hacen aspavientos y te señalan hacía la izquierda, donde sales aun patio interior donde están almacenadas las cajas de comida y hay varios arcones de congelado. Al fondo a la derecha ves las universales palabras "WC" y ¡Por fin! (menos mal que no iba con muchas ganas, por que si no...)

Con pena en el corazón... ¡Adiós Hoi An! ¡Adiós!
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