8 de septiembre de 2016

Isla de Skye

Hasta ahora no hemos hablado de las carreteras escocesas y a tenor de los acontecimientos se merecen una mención. Están bien conservadas, pero lo cierto es que han escatimado hasta el último centímetro de anchura. Los arcenes no los conocen y la línea blanca que delimita el ancho de la calzada (cuando existe) está justo en el borde extremo del asfaltado. Mantener la autocaravana centrada en el carril, con apenas unos centrimetros de espacio libre entre cada lateral y su correspondiente marca vial, se convierte en una tarea mezcla de pericia y concentración que requiere de la máxima atención. Si a eso le sumamos los siete metros y medio de largura de nuestro vehículo hace que uno tenga la sensaciuón de estar conduciendo un autobús en una pista de karting. Los camiones y autobuses que nos cruzamos en sentido contrario lo hacen a toda velocidad, desafiando la anchura de la carretera y pareciendo literalmente imposible que haya espacio para ambos. Agarras fuerte el volante, intentas orillarte lo máximo posible al lateral izquierdo (recordad que aquí conducimos por el otro lado) y casi estás tentado de cerrar los ojos y gritar ¡qué sea lo que Dios quiera! 
A pesar de todos esos condicionantes he de decir, que tanto Ro como yo nos manejamos bastante bien con la conducción, no sin oír las advertencias y sugerencias de nuestros pasajeros traseros.

Seguimos en nuestro recorrido por tierras escocesas dirección a la renombrada isla de Skye. Digo renombrada porque desde que Ro me envió hace años una foto de esta isla, la he visto en reportajes, fotos, artículos y guías de viaje en multitud de ocasiones. No sé si es que ahora es más conocida o si una vez que tienes un destino en mente estás más atento a cualquier información que pueda salir.

Castillo de Eliean Donan
De camino paramos en uno de los castillos más impresionantes de toda Escocia. El castillo de Eilean Donan. Ubicado en una localización privilegiada, no en vano ha sido escenario de varias películas como "Los inmortales", "Braveheart" o "El mundo nunca es suficiente". Se encuentra erigido en una pequeña isla del mismo nombre ubicada en la confluencia de tres grandes lagos: el Duich, el Long y el Alsh. Tiene comunicación directa y navegable con el océano atántico a través del lago Alsh. A la pequeña isla solo es posible acceder a través de un pequeño puente de piedra, lo que hacía la fortaleza prácticamente inexpugnable. El castillo aún se usa eventualmente como residencia, lugar de celebración de actos oficiales y bodas y para rodajes de anuncios, series y películas.

Continuamos hacia Kyle of Lochalsh, lugar donde se encuentra el puente para cruzar hasta la isla de Skye. Antes de la construcción del puente la única manera de cruzar era en barco o en ferry, opciones que siguen existiendo a día de hoy. Su construcción debió ser polémica según leemos. Los días de mucho viento el puente permanece cerrado al tráfico por precaución y tan solo es posible acceder por barco.

Puerto y bahía de Portree
Una vez nos adentramos en la isla, el paisaje se vuelve especialmente verde, aún más si cabe. La carretera discurre paralela a la costa en muchos trayectos o bordeando entradas de mar en la isla. Vemos las famosas "Cuillins", que son pequeñas montañas redondeadas cubiertas completamente de un manto alfombrado verde. El césped en esta isla lo recubre todo y no sabemos de qué manera éste se mantiene corto y uniforme. Continuamos nuestra subida hacia el norte de la isla y llegamos al pequeño pueblo pesquero de Portree. Su bahía y su puerto con forma de media luna están rodeados de pequeñas casas de pescadores pintadas de diferentes colores. Los restaurantes locales para comer el pescado recién pescado se amontonan en la parte baja del puerto, donde apenas se ven sitio libres.
Damos una pequeña vuelta de reconocimiento y enseguida llegamos a la plaza central del pueblo. Seguimos con nuestra degustación de cervezas locales en un par de bares: uno en la plaza del pueblo y el otro en una cuesta con vistas al puerto.

A la mañana siguiente ascendemos hacia el norte unos 9 kilíometros más, hasta un pequeño aparcamiento de la carretera repleto de coches. Desde allí y tras un pequeño trekking llegamos a The Old Man of Storr. Se trata de una de las mayores atracciones naturales de la isla de Skye. Son unas formaciones rocosas monolíticas modeladas por la erosión. El mayor de los pináculos se conoce como “The Old Man” y roza los 700 metros de altura, y la montaña que se encuentra detrás, mostrando unos desafiantes cortados, se denomina “The Storr”. La cantidad de gente que nos encontramos aquí es notable, y durante todo el trayecto nos cruzamos con excursionistas que suben y bajan. Si alguna vez venís a visitar este sitio, recordad meteros un par de piedras en los bolsillos, porque el viento que solpla en algunas zonas literalmente está a punto de tirarnos al suelo. 

The Old Man Starr
Una vez hecha la ruta, regresamos a la autocaravana y nos ponemos en marcha rumbo a Dunvegan, población al noroeste de la isla donde visitamos el castillo del mismo nombre. El castillo pertenece a la familia MacLeod, parte del clan McLeod, uno de los muchos que hay en Escocia. Es el castillo escocés que lleva más tiempo habitado, y ha sido el bastión del clan durante más de 700 años. Visitamos el interior, disfrutamos de una impresionante vista del lago cercano y de un paseo por sus diferentes jardines temáticos.
Aprovechamos para comer en los alrededores y enfilamos una larga sesión de autocaravana, preparándonos para dejar la isla de Skye yendo desde Dunvegan donde nos encontramos hasta la población de Fort William. El viaje, algo más de 3 horas, nos ofrece la oportunidad de ver los diferentes paisajes que se van sucediendo a lo largo de la isla, hasta que la abandonamos de nuevo por el mismo puente por el que entramos.

En nuestro camino de vuelta no podemos dejar de hacer mención a un pequeño percance que hemos tenido, pero que al final no ha quedado nada más que en un susto y una anécdota. Cuando estábamos circulando todavía en la isla de Skye por una de sus estrechas carreteras, hemos coincidido en un punto un camión en sentido contrario, nosotros, y un motorista de pie haciéndo una foto pegado justo a la carretera. Tan pegado a la carretera y tan ensimismado con su foto que no se ha dado cuenta de lo cerca que estaba del carril, que al tener que orillarnos hacia nuestra izquierda para que pudiera pasar el camión, le hemos pegado con el retrovisor izquierdo en la mano y en el móvil. Paramos para comprobar que todo está correcto y afortunadamente todo ha sido un susto para ambas partes: para él y para nosotros.

Vistas circulando por las carreteras de la isla de Skye
Tenemos anécdota para lo que queda de víaje y con esas, y unas cuantas millas de por medio, llegamos a Fort William. Este es uno de esos sitios en los que es complicado encontrar un sitio donde estacionar la autocaravana para poder pasar la noche. Los parking de corta duración son solo para 4 horas y los de larga duración prohíben explícitamente el pasar la noche en caravanas, autocaravanas y vehículos adaptados para dormir. Finalmente encontramos aparcamiento cerca de la estación de ferrocarril. Aprovechando lo de dormir en la civilización y la proximidad de un centro comercial, cenamos en un Brewers Fayre, cadena de restaurantes del Reino Unido que prepara carnes y paltos al grill. Cena que degustamos gentileza de Lore, invitados con motivo de su cumpleaños. ¡¡Gracias Lore!!



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