25 de julio de 2011

Etapa 3 y la segunda venida de Jesucristo a la tierra.







No hace falta despertador. Los orientales hacen piña. Los japoneses toman el relevo de los chinos, pero estos a las cinco de la mañana (será por la diferencia horaria de la isla).
Como a las seis ya no hay quien pare nos levantamos. Seguimos depurando la técnica de hacer la mochila y nos despedimos de los que por una noche han sido nuestros compañeros de habitación a lo gran hermano (sin edredoning y sin ronda de nominaciones, que ya hubieran hecho falta).

Desde Larrasoaña hasta Pamplona la etapa transcurre sin novedad. Los adelantamientos a los japoneses escapados se suceden hasta que conseguimos estar en cabeza de peregrinación (seguro que el Santo premia este espíritu deportivo).

Según vamos sumando kilómetros en nuestros pies vamos comprobando como mucha veces el camino realiza curvas, ascensos y pequeños desvíos caprichosos para pasar por determinados lugares, que se podían haber ahorrado.

La jornada discurre paralela al Arga en muchos tramos y poco a poco vamos llegando a nuestra conocida Pamplona, la cual veremos hoy con unos ojos diferentes. La entrada es espectacular. Las huertas y el puente de la Magdalena nos dan la bienvenida y las murallas se alzan a ambos lados mientras caminamos por los fosos.
Al llegar al puente levadizo del Portal de Francia (o de Zumalacárregui) nos aborda un tipo curioso que nos hace un repaso de los personajes bíblicos, nombrándolos a todos en una larga frase y mezclando sus parentescos entre si. Nos hace una encomienda pidiéndonos que le preguntemos a Santiago cuándo volverá Jesucristo a la tierra. Anotamos la pregunta a la lista de nuestras preguntas sin respuesta y damos por finalizada nuestra teológica conversación.





Pintxo obligado en la plaza del Castillo y aprovechando nuestro paso por Pamplona visitamos a los tíos de Drae y nos tropezamos con Txema y con Chacho (el "tato"). Llenamos la mochila con provisiones y abandonamos la ciudad por la ajardinada Universidad de Navarra.

Si el encierro de Pamplona tiene sus "divinos", el Camino también los tiene, y estábamos a punto de conocer el primero. El primero de una serie de personas impregnadas del espíritu del Camino y que por un motivo o por otro aún siguen vinculadas a él. Éstos van a ir haciendo su aparición a lo largo del Camino, alejándonos del enfoque turístico y acercándonos a su verdadera esencia.
Se trata de un Caballero de la Orden de Malta que nos recibe en el albergue de Cizur Menor. Conversamos sobre el Camino y no cesa en contarnos anécdotas, historias y leyendas y ofrecernos sabios consejos, desde la más sincera hospitalidad. Reconfortados por sus palabras continuamos hasta Zariquiegui, destino final de nuestra etapa. Pequeño y venteado pueblo de la falda del perdón, situado ya a una altura considerable. Albergue privado y pequeño donde coincidimos con 4 "marujas" sobrealimentadas que critican, juegan a las cartas y trampean el Camino en coche. Por fortuna recibimos la visita de Xabi, que nos trae víveres y nos aligera algo el petate, ya que decidimos abandonar nuestra esterillas... Solo el tiempo nos dirá lo acertado de la decisión.
Es curioso como en este pueblo a pesar de tener una bonita iglesia no la consideran un lugar de interés, en favor de otros elementos que si lo son...





La cena currada. Aunque lo mejor es la conversación en ingles con una japonesa y un matrimonio holandés con los que compartimos mesa. Es increíble la proyección exterior que tiene el Camino de Santiago.

22 horas: Zzzzzzzz

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