16 de abril de 2016

Isla de Corón.... y buena suerte

¡PUM! ¡PUM! ¡PUM!..... ¡PUM! ¡PUM! ¡PUM!... Me despierto sobresaltado. Alguien aporrea la puerta de nuestra habitación. Me levanto rápidamente y el primer pensamiento que me viene a la cabeza es que quizás el conductor del taxi ha encontrado el móvil, pero no. Al abrir la puerta me encuentro con la cara de Alejandro diciéndome: ¡venga arriba!. Así que nos levantamos y comenzamos preparativos. Tenemos que coger un vuelo que nos lleve a Busuanga. Destino a ciudad de Corón. 

Intento quemar los últimos cartuchos de recuperar el móvil y bajo a la recepción a ver si saben algo nuevo. La chica que está ni siquiera sabe nada al respecto. Así que comenzamos desde el principio, contándole lo sucedido y viendo de nuevo las cámaras. Lo bueno es que se maneja con el programa de visionado de imágenes mucho mejor que su compañera de noche. Tras repetir a cámara lenta varios fotogramas conseguimos llegar a ver el número de taxi completo que figura escrito en un lateral y tras numerosas llamadas de teléfono damos con la compañía. Tras contactar con ellos nos facilitan el teléfono del conductor. Hablamos con él y.... nos dice que no ha encontrado nada. Mala suerte. Ahora ya sí que lo doy por perdido definitivamente.
Todas estas gestiones las hacemos en plan programa de televisión. Por un momento me siento el concursante de algún espacio televisivo en el que tengo que conseguir realizar la prueba antes de que se agote el tiempo. Mientras mis compañeros recogen mis cosas en la habitación y el taxi nos espera fuera para llevarnos al aeropuerto, yo apuro todas las opciones que se me ocurren para intentar recuperar un teléfono que cada vez doy más por perdido. No han transcurrido ni cinco minutos desde que hemos hablado con el conductor cuando intentamos llamar de nuevo a mi número, que aún sigue dando toque de llamada, y alguien contesta. Es el conductor del taxi. Creemos que al decirle que se había extraviado habrá mirado en el taxi y lo habrá encontrado. Hacemos que el personal de recepción hable con él y no le vemos muy interesado en devolver el teléfono. Que si está lejos. Que si ahora no puede. Que si luego trabaja... Le ofrecemos una recompensa y le pedimos que traiga el teléfono al hotel a la noche. Muy interesado en saber de cuanto es la recompensa, esquivamos la pregunta diciéndole que suficiente. 
La recepcionista del hotel nos facilita su teléfono para poder comunicarnos con ella por whatsapp e informarnos de si el teléfono es recuperado o no.



Y así, con ese panorama mucho más esperanzador, cogemos nuestro taxi que nos ha de llevar rápidamente al aeropuerto de Manila.
El trayecto se ve mucho más ajetreado y caótico que el día de llegada. Hoy es día laborable y eso se nota en la intensidad del tráfico. A mitad de recorrido nos quedamos parados en una calle por un autobús que intentando dar una curva se ha quedado bloqueado. Pasan los minutos y el autobús sigue obstaculizando el paso de vehículos. Por instantes valoramos la posibilidad de bajarnos, rebasar a pie al autobús y coger un taxi más adelante. Finalmente y tras múltiples maniobras el autobús consigue dar por completo la curva y desbloquear la calle.
Contra todo pronóstico llegamos en hora a nuestra terminal del aeropuerto, sobrándonos tiempo incluso para tomar un frugal desayuno-comida adquirido en las tiendas del interior de la terminal.

El avión, un pequeño aparato de hélices, nos recibe en la pista de aterrizaje desde la cual nos montamos directamente a través de un estrecha escalerilla. Nos encajamos cómo podemos en nuestro asiento. Las dimensiones son comparables a las de un autobús. Dos filas de dos asientos a cada lado con un pasillo central. Despegamos con más de una hora de retraso pero como contrapartida tenemos un cómodo vuelo hasta el aeropuerto de Corón. En el viaje conocemos a Jefrey, quien resulta ser todo un descubrimiento. Chino de 56 años, instructor de buceo, que se dirige a ver el resort que uno de sus amigos chinos acaba de echar a andar en la ciudad de Corón. Nos gestiona alojamiento y una pequeña furgoneta para llegar hasta él. Somos los primeros huéspedes de un pequeño resort situado en primera línea de puerto, con una piscina de agua salada pegando directamente al mar. No hemos podido tener más suerte. El resort de nombre Medusa resulta ser de lo mejor de toda la ciudad y aún precio realmente barato.



Para los dos días siguientes contratamos un pequeño barco (llamados Bangkas) que nos llevará por la diferentes islas y playas. Aguas cristalinas y playas de ensueño nos reciben allí donde vamos. En la isla de Corón visitamos, tras unas escarpadas escaleras, un gran lago interior en cuyas tranquilas aguas nos bañamos. 
Lo bueno de llevar nuestro propio bote y no haber contratado las excursiones turísticas, es que al llevar un ritmo diferente estamos casi siempre solos en las playas que visitamos. En algunas de las cuales hemos estado solos completamente. La sensación de sentirnos únicos visitantes de una isla paradisiaca es indescriptible. 
Aprovechamos los conocimientos de Nacho, enamorado del buceo, para hacer snorkel viendo un fondo marino que sería la envidia de cualquier acuario: esponjas, anémonas con sus pequeños Nemos, peces flauta, peces pequeños y medianos... Toda una experiencia para los sentidos poder ver a los animales en su hábitat natural nadando e interactuando unos con otros. 

Una de las tardes, en Banana Beach, echamos una siesta en unas hamacas colgadas entre dos cocoteros, viendo el mar y mecidos por la brisa marina. Todos coincidimos en que no sería un mal sitio para retirarse. 
En nuestros viajes de isla en isla pasamos por islas privadas, bien en las que se han instalado complejos hoteleros de lujo o bien compradas por ricos que han construido una residencia vacacional. Si tenéis 1 millón de euros y no sabéis qué hacer con él, igual es una opción que deberíais tener en cuenta. 



Descolgamos a Nacho un día en el que se va a hacer tres inmersiones de submarinismo. En una de las ellas visitan el interior de un barco japones hundido durante la Segunda Guerra Mundial. Vuelve emocionado, contando maravillas y a la noche tenemos la oportunidad de compartir su experiencia viendo el vídeo de la inmersión en la pantalla de la televisión que tienen en el bar-restaurante del hotel donde estamos. 

Entre tanto y como colofón a todos los esfuerzos puestos en su recuperación, recibimos la buena noticia en forma de whatsapp de que mi teléfono está ya en la recepción del hotel donde nos alojamos en Manila. Buena suerte. Tras valorar la opción de mandar una empresa de mensajería urgente, decido dejar el móvil a buen recaudo en la recepción del hotel, máxime tras ver que la palabra urgente aquí adquiere una nueva definición. Prefiero asegurar su recuperación aunque eso signifique pasar el resto del viaje sin móvil. Más que por la necesidad de estar en contacto, es sobre todo porque el móvil se ha convertido en una herramienta de viaje fundamental: localizadores de vuelo, de alojamientos, conversor de moneda, traductor, poder realizar transferencias entre tus cuentas en un momento dado, hacer el checking online de los vuelos, cámara de fotos, copias de documentos de viaje....  Pero bueno, la ventaja de viajar en grupo es que aquello que uno no tiene, ha olvidado o perdido, es compartido de buen grado por los demás. En ese aspecto no puedo estar más agredecido a mis compañeros de viaje y desde aquí les agradezco todo el apoyo en este episodio. 



Nuestro tiempo en ciudad Corón llega a su fín y compramos billetes para el Ferry que nos llevará al Nido, ciudad que se encuentra en el norte de la isla de Palawan. Isla elegida hace unos años como el mejor destino isleño del mundo y con paisajes comparables a los del sur de Thailandia o la Bahía de Halong en Vietnam. Pero ese nuevo destino será ya objeto de una nueva entrada del blog. 

Hasta entonces, gracias a todos por seguirnos. 

P.D. No sé si podré publicar las entradas con fotografías ya que las conexiones a internet que estamos encontrando son extremadamente lentas. En caso de subirlas sin fotos intentaré actualizarlas en cuanto sea tecnológicamente posible ;-)

No hay comentarios:

Publicar un comentario