8 de diciembre de 2011

¡Adiós Hoi An!

Rincones de Hoi An
Siempre en todos los viajes aparece un sitio, un lugar que te sorprende. No sé si aún quedará alguno en este viaje pero si la bahía de Halong fue uno, este sin duda es otro de esos lugares.

Hoi An se despierta bullicioso. Casi igual que como se acostó. Una lluvia ligera cae y abrillanta sus calles y sus aceras. Nos levantamos sin mucha prisa y sin grandes planes. Tan solo recorrer su calles, sus comercios, sus mercados y mezclarnos con la gente. A pesar de ser un sitio turístico, al menos su centro mas histórico, sigue manteniendo su encanto sin muchos agobios. Realmente recomiendo este sitio a quien tenga la suerte de viajar hasta aquí.

El día la verdad es que no da para mucho. Disfrutamos tranquilamente de un día sosegado, regateando y comprando algunas cosas en los comercios. Al parecer existe gran tradición de trabajar la seda en este lugar, y debió ser, ya tiempo atrás, un puerto importante en el comercio y en la ruta de la seda. Existe la posibilidad de hacerte un traje de seda a medida por unos 50€. Camisetas, pañuelos, manteles y toda clase de complementos abundan en las tiendas.

Un "47" vietnamita
¡Ah! Si pensáis que el problema de las tallas está solo en España, vais listos. Aquí es todavía mas complicado. Las tallas aquí son toda una aventura, ya que entre que son pequeños, otras prendas son manufacturadas por ellos, otras son copiadas, otras son importadas... En definitiva, no hay quien se aclare. He intentado encontrar unas chanclas de mi talla y podéis ver el resultado en la fotografía. ¡Y eso que lo que intenta venderme es un 47 (según ella)! También nos encontramos con etiquetas curiosas en otras prendas. Hemos intentado (sobre todo Aitor) que nos hagan un tanga de leopardo de seda en una de las sastrerías, pero no ha sido posible. Aunque por lo menos hemos arrancado las risas de las chicas que nos atienden. Aquí tienen mas sentido del humor, un bien escaso por estos lares.
Curiosa etiqueta

Otro de los elementos destacados es su mercado, donde venden toda clase de alimentos crudos o cocinados. Los barcos se acercan y descargan directamente su pescado, donde miles de hábiles manos se hacen con él y lo transforman de todas las maneras imaginadas: lo parten, lo trocean, vivo en bañeras, entero, limpio, abierto, cocinado, frito, en sopa, con noodles...

Pasamos el día con nuestros recién conocidos amigos de Palma de Mallorca, Noe y Jose. Aprovechamos para seguir explorando la gastronomía local y también la española de mano de Jose, que es chef en un importante hotel de Palma de Mallorca. Da gusto oírle hablar de platos suculentos y técnicas de cocina. Noe adereza sus comentarios con su tierra natal, Galicia, ¡Qué bien se come ahí también!

Comida vietnamita con el "Cau Lau" en primer plano
Al exquisito tofú con salsa de tomate ya conocido, añadimos ahora un delicioso y barato plato local: el "Cau Lau": un bol de una especie de noodles (con una textura más gomosa, pero exquisita), hierba buena, cilantro, cerdo ahumado, salsa con agua de pozo, unas cuantas verduras y por último una especie de panecillos fritos partidos en pequeños cuadrados. Puede sonar extraño pero es un plato exquisito. Aitor y yo hemos dado buena cuenta de ello. Aunque si algo no puede faltar desde que hemos venido es el omnipresente arroz. Lo hemos comido como plato principal o como acompañamiento, pero yo creo que aún no hemos hecho ninguna comida si él. Hervido o frito, solo o con toda una variedad de ingredientes. Lo que es indiscutible es que es la base de la gastronomía Vietnamita, incluso asiática me atrevería a decir, y un fuerte motor económico del país.


"Atendiendo" un puesto en el mercado

El día también nos sirve para planificar los próximos días del viaje, con ayuda de nuestra guía y de una oficina de turismo local. El mal tiempo previsto para los próximos días nos lleva a modificar el plan previsto y decidimos no acudir a Dalat si no volar directamente a la ciudad de Ho Chi Min. Se agradece sustituir un desplazamiento en autobús por un medio mas cómodo, mucho mas rápido y sobre todo mucho más tolerante con mis minúsculas piernas. Además, la diferencia de precio es prácticamente ridícula.



Finalizamos con una buena cena de despedida de nuestros amigos, ya que ellos permanecerán aún un día más en Hoi An. Hoy la noche esta mucho mas tranquila. Los comercios cierran pronto y casi no encontramos ningún restaurante abierto, salvo un muy próximo al hotel, donde el propietario nos recibe con un ¡Hola! Impresionante. Un par de años más y acabaremos viendo "paella" en sus cartas de menú. Lo mas curioso del restaurante es la excursión inmobiliaria que hay que realizar para ir al baño: entras al comedor, pasas por un pasillo, varios quiebros después te metes en una habitación, ahí no es, sales y te metes en otra donde hay una persona cambiando se, ahí tampoco debe ser. Continuas y te metes en la cocina, te hacen aspavientos y te señalan hacía la izquierda, donde sales aun patio interior donde están almacenadas las cajas de comida y hay varios arcones de congelado. Al fondo a la derecha ves las universales palabras "WC" y ¡Por fin! (menos mal que no iba con muchas ganas, por que si no...)

Con pena en el corazón... ¡Adiós Hoi An! ¡Adiós!

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