14 de diciembre de 2011

Pursat

Uno de los rincones de Pursat
Iniciamos de nuevo el día en nuestro medio de transporte local favorito, el autobús. Nos recogen en el hostel y nos llevan hasta la estación (por llamarlo de alguna manera). Intentamos volver loco a una especie de revisor al sentarnos en unos asientos que no nos corresponden. Nos hacemos los suecos, pero en el país del engaño, ellos nos llevan la delantera. Así que asumimos con resignación los asientos asignados y afrontamos las cuatro horas que tenemos por delante.

¿Cuatro horas? ¡Ay! ¡Qué ilusos! Apenas salimos con retraso pero no llevamos ni 20 minutos cuando hay que parar para que arreglen el aire acondicionado. Otra cosa no tendrán, pero aire acondicionado si. Están enganchados. Alli donde vayas tienes aire acondicionado o en su defecto ventiladores. Lo autobuses parecen neveras. Creedme si no exagero si os digo que me pongo el polar para viajar. En los bares, restaurantes y tiendas los ventiladores de techo están siempre a todo trapo. Calor hace, pero vamos, nada que no resulte agradable en mana corta (estaremos entre 25 y 32ºC todo el rato). No me imagino a uno de estos en Andalucía en verano...

Durmiendo como podemos van pasando las horas. Primera parada para estirar, un cigarro y aligerar la vejiga. Aquí es muy común eso de hacer paraditas para comprar, fumar, etc... eso si, dejando el autobús en marcha para que el aire acondicionado siga funcionando, no vaya a ser que el habitáculo se atempere demasiado. En la segunda de nuestras paradas, esperamos a que todos coman sus noodles, sus sopas y demás condimentos. Cuando vamos a reanudar nuestro viaje se nos ocurre preguntar cuanto falta para Pursat, a lo que nos contestan: ¡Pero si Pursat es esto! Menos mal que se nos ha ocurrido preguntar, ya que si no aparecemos en la Conchinchina (sirva este inciso para ilustrar a los lectores que la Conchinchina es una región del delta del Mekong en Vietnam, muy cerca de la ciudad de Ho Chi Min, así que ya sabéis a donde os mandan la próxima vez que os lo digan). Así que nos volvemos a montar en el autobús que nos acerca hasta la parada del autobús (en mitad de la calle). La desolación que vemos hace que estemos a punto de no bajarnos y continuar hasta la Ciudad de Battanbang, pero al final nos apeamos, cogemos la mochilas y nos quedamos allí, en una calle semiasfaltada viendo como nuestro autobús se va. No ha estado tan mal, pasan ya de las dos de la tarde, con lo que nos ha costado mas de cinco horas recorrer los 188 kilómetros existentes entre Phnom Penh y Pursat. 


Otra vista de Pursat
Nos encontramos sin duda en una ciudad poco turística, del interior, fundamentalmente agrícola y menos desarrollada que todo cuanto hemos pisado hasta el momento. Nos alojamos en el primer hostel que encontramos, que nos ofrece un precio mas que razonable y tiene unas dimensiones exageradas para el lugar en el que estamos. Sin duda el mas grande de los que hemos estado hasta el momento.

Damos una vuelta por la ciudad (pueblo grande) y realmente nos damos cuentas que pocos turistas llegan hasta aquí. Los niños nos saludan y se ríen a nuestro paso. Generamos bastante expectación entre los viandantes que se nos quedan mirando y se giran para vernos. Es raro sentirse observado. Visitamos una especie de lugar espiritual destinado a pequeños templos y residencia de los monjes. Caminamos hasta la oficina de turismo, que se encuentra cerrada, pero que la abren para nosotros cuando preguntamos en el edificio colindante. La chica que la atiende, muy risueña ella, parece muy sorprendida de tener turistas. Una vez dentro miramos en el libro de visitas y confirmamos que la llegada de turistas a este lugar se produce con cuentagotas. Nos proporciona un poco de información local y un pequeño plan para realizar al día siguiente: visitar el Floating Village (ciudad flotante) de Kampong Luong.
A bordo del bote en nuestro recorrido por la ciudad flotante
Damos alguna que otra vuelta por la ciudad, visitamos un mercado y una isla fluvial gigante con forma de barco donde han realizado un paseo y un lugar de esparcimiento. La verdad es que a veces resulta un poco chocante que no tengan las cosas mas básicas como aceras, alumbrado o alcantarillas y sin embargo se gasten dinero en construcciones titánicas como ésta.

Por la noche cena, partida de cartas y nos quedamos tranquilamente en el hostel. ¿Cuántas creéis que son las posibilidades de estar en este lugar y no poder dormir por ruido? Pues por increíble que parezca, justo enfrente del hostel tenemos una especie de discoteca (imaginaos unas carpas en unos descampados) con la musica a todo trapo. Afortunadamente no dura mucho mas allá de las once de la noche.

A la mañana siguiente no madrugamos en exceso, si no que nos levantamos con tranquilidad. Desayuno. Regateo para conseguir un Tuc Tuc y en marcha. Casi una hora de camino (en un motocarro) hasta llegar a nuestro destino. Ya nos hemos acostumbrado, pero esto es mas intenso que montarse en el Dragon Khan. Adelantamientos dobles, triples y cuádruples se suceden durante todo el trayecto en una calzada de dos sentidos sin arcén. Pitadas, polvo, baches y algún que otro susto después, llegamos al final del viaje. Incluso hemos sido testigos de un accidente de dos motocicletas que se ha producido justo delante nuestra. Una locura.

Cambiamos ahora de medio de transporte y alquilamos un bote que nos va a llevar a dar una vuelta por la
"la vuelta del cole"
ciudad flotante. Tenemos suerte y aprovechan nuestro viaje para devolver a sus casas a una veintena de niños que viven en la ciudad flotante y que regresan ahora del colegio. Esta experiencia nos proporciona unos momentos únicos e inolvidables. Esas caras, esos ojos, esas risas, ese parloteo animado entre ellos, riéndose de nosotros, de cuando hacemos fotos, de cuando les hablamos en ingles... ha sido uno de los momentos más auténticos y mas bellos del viaje. Poco a poco vamos dejando a nuestros pequeños tripulantes en sus casas salteadas por todo el lago de agua dulce, conocido como Sap. Es increíble ver como han creado toda una ciudad flotante, con sus casas, sus tiendas, su escuela, su Pagoda e incluso su estación de servicio. Digno de ver. Realizamos unas fotografías maravillosas, llenas de colorido aunque desde nuestro poco conocimiento de este arte. Este es un paraíso para quien disfrute con la fotografía. Intentando captar estas instantáneas a uno le dan ganas de formarse un poco mas en este campo.

Floating Village (Ciudad flotante)
De nuevo Tuc Tuc de regreso hasta Pursat, no exento de su dosis de emoción reglamentaria. Compramos los billetes de autobús (si, de nuevo al autobús) para el día siguiente y nos vamos al restaurante a comer.

A la tarde realizamos una incursión en el mercado y Xabi aprovecha para cortarse el pelo y afeitarse en una peluquería local (todo por un dólar, unos 80 céntimos de euro). Imaginad el resultado. Ni le conocemos. Parece que hemos cambiado de compañero de viaje, pero no, sigue siendo el
genuino regateador y emprendedor que traíamos hasta el momento.

El resto de la tarde nos la tomamos de relax: siesta, escribir las crónicas, el blog, ducharse, afeitarse, partidita de cartas y a cenar. Un poco de tranquilidad también se agradece.

Mañana cogeremos el autobús a las nueve de la mañana hasta la ciudad de Battanbang, a unos 105 kilómetros, ya mas cerca de Siem Reap. Pero no nos adelantemos, seguid conmigo y disfrutemos de lo que aún nos queda.

1 comentario: