6 de diciembre de 2011

Hué

La última crónica me despedí yendo a coger el tren, así que esta se merece comenzar donde lo dejé.

En nuestras comodas dependencias
Aquí la estación de tren esta cerrada a cal y canto y no la abren hasta una hora prudencial, las 20:30 horas de la noche y por un espacio de una hora u hora y media a lo sumo (no nos vayamos a estresar). Nos acercamos a la ventanilla, pedimos nuestros billetes para Hué en "soft bed" (cama blanda) y la amable dependienta no responde otra cosa que "full!! full!!". ¿Cómo que full? (full = lleno, completo). Sólo quedan camas "hard bed" (cama dura) ¡Qué miedo! Pero, que remedio, esas compramos.

El tren llega con puntualidad exacta. Hasta ahora, frente a lo que el país te puede dar la sensación a priori, todo funciona con una sincronización perfecta. Todo comienza, termina, llega, sale con exquisita puntualidad. Subimos y buscamos nuestro departamento. Cuando abrimos la puerta cuatro vietnamitas de una edad considerable están jugándose hasta sus madres en una partida de cartas con grandes fajos de billetes encima de una de nuestras camas, que han utilizado como punto central de su timba. Nuestra llegada les incomoda y rápidamente desmantelan el improvisado casino y dos de ellos desaparecen, quedándose los dos restantes en las camas inferiores. El compartimento es de un tamaño similar al que podemos estar acostumbrados en occidente en cuyos laterales se sitúan seis camas (ja, ja), tres en cada lado. Nosotros tenemos las dos intermedias y una de las superiores. Comienza el "tetris". Lo primero que comprobamos es que las camas se corresponde con la definición del billete: "hard bed" (cama dura) ¡Y tanto! Se trata de una tabla con una sabana encima. Eso es todo. Tamaño: 180x40 cms a lo sumo. Duración del viaje: 13 horas aproximadamente: Distancia: unos 900 kms mas o menos. Así que imaginaos el panorama. Aitor y Xabi ocupan las camas medias y yo, que duermo en cualquier parte, me subo a una de las superiores. Toda una prueba. Si uno puede dormir aquí, puede dormir ya en cualquier parte. Uno no puede casi ni leer un libro, ya que como lo sujetes un poco alto te pega ya con el techo. Pero es lo que hay. Lejos de quejarnos, nos echamos buenas risas a costa de la situación (y del olor a pies vietnamitas de nuestros convecinos). Para remate de la situación una salida de aire acondicionado que escapa a nuestro control, preside la estancia. A esto si le llamo yo levantarse "fresco" por la mañana.

A bordo de nuestros pseudo Tuc Tuc
Para las 7 de la mañana ya no hay quien pare. Así que trasladamos el campamento del compartimento a la zona de asientos, donde montamos ahora nosotros una timba de "pinchazo" y aprovechamos para preparar los próximos movimientos del viaje. Al viajar ya con luz estas últimas horas del viaje, vemos atravesar la zona desmilitarizada: una franja de unos 17 kilómetros de anchura, que cubre todo el país desde Laos hasta el mar de China. Esta zona esta situada a la altura del paralelo 17 y supuso el limite entre Vietnam del norte y del sur durante la guerra del Vietnam. Se ha recuperado bastante, pero en los tiempos de la guerra, fue una zona completamente arrasada y deforestada.

Restos de la guerra
A las 10 de la mañana, continuando con la puntualidad, llegamos a nuestro destino. Nada mas bajarnos del tren nos esperan Jose y Noelia, la pareja de Palma de Mallorca que conocimos en Ninh Binh y a los que se les abre el cielo al vernos. La razón es que se les olvidaron sus pasaportes en el hotel de Ninh Binh. Nos enviaron un email, se los recogimos y se los traemos ahora. Hay que ver como las nuevas tecnologías y el conocer gente maja durante un viaje, pueden hacer las cosas mas fáciles.

Dejamos las mochilas en su hotel y tenemos la mañana para visitar la ciudad. Hué fue capital de la dinastía Nguyen y ciudad declarada patrimonio mundial de la UNESCO en 1993. Lo mas representativo es su ciudad imperial, con una ciudadela rodeada por un muro de 10 kilómetros de longitud y rodeada por un foso de 30 metros de ancho. Residencia de los últimos emperadores de Vietnam. Negociamos un paseo a bordo de una especie de Tuc Tuc (un carro-bici) que nos lleva por el interior de toda la ciudadela, parándonos en los elementos mas representativos.

En el autobus "nocturno"
A toda velocidad y casi sin darnos tiempo a comer cogemos un autobús que nos llevará hasta Hoi An, nuestro siguiente destino.

Por aquello del azar, incompresiones del viajero y como parte de nuestro Máster en medios de transporte local, nos desplazamos ahora a bordo de un autobús nocturno (aunque son las dos de la tarde) que en vez de asientos tiene camas, unas 40 aproximadamente. Nos acomodamos como podemos y tras tres horas y media de viaje, y una parada en un resort de carretera, llegamos a Hoi An.

Opiparo menu Vietnamita
Esta ciudad es de lo mas orientado al turismo que hemos visto hasta el momento y a la vez de lo mas autóctono con sus construcciones, sus comercios y sus mercados. La ciudad esta ubicada en la costa y vive fundamentalmente del turismo, el comercio y la pesca. La arquitectura de su casco antiguo contribuyó a que fuera declarada patrimonio mundial de la UNESCO en 1999. El pueblo, la temperatura y la compañía, es de lo mejorcito que hemos tenido hasta el momento. Encontramos un hostel de lo mas asequible de la ciudad, aunque el turismo se nota y los precios en alojamiento ya no son tan ajustados.

Damos una vuelta por sus calles y encontramos un lugar donde realizar la primera comida en condiciones del día (que ya va siendo hora). El menú también de lo mas elaborado y sabroso hasta el momento.

Finalizamos con un paseo nocturno por el puerto comiendo helado y algunos dulces típicos de la zona. ¡Ay! ¡Que duro es viajar!


3 comentarios:

  1. Si ya te dije que Hoi An merecia la pena, Esas lamparitas tan monas...

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  2. Obviamente el mensaje anterior va para Xavi de parte de la maña-Ampu, jeje

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