21 de mayo de 2017

Primeros pasos.

Madrugón. Cinco y media de la mañana y ya estamos en pie. Contando que ayer nos quedamos dormidos a eso de las seis y media de la tarde (todo hora local ya), podemos decir que hemos dormido once horas. Algunos (yo) de un tirón. El viaje, los vuelos y el cambio de hora nos habían dejado exhaustos. Así que una vez recuperados, nos enfrentamos a nuestro primer día completo e la gran ciudad.

Después de un suculento, energético y espeso desayuno en el apartamento nos lanzamos a la calle. Sorpresa cuando la sensación térmica que nos encontramos hoy es justo opuesta a la de ayer. Si ayer era un calor sofocante, hoy casi frío. La máxima esperada para hoy es de 19º, cuando ayer fue de 32º. Pero que eso no nos impida salir en pantalón corto. Que se note que somos del norte.

 
El apartamento esta bastante bien comunicado. Localizado entre las líneas J y C de la red de metro de Nueva York, a unos diez minutos andando de cada una de ellas. En la estación de metro de Halsey Street sacamos el Metrocard, un bono para el transporte público valedero para 7 días, que esperamos rentabilizar al máximo.

No puedo pasar sin comentar cómo está el sistema de pagos con tarjeta en este país. Lo primero que aquí el pagar con tarjeta es lo habitual. Absolutamente en todos los comercios y establecimientos se permite el pago, por pequeña que sea la cantidad. En unos tienes que firmar y no te pide el pin. En otros te pide el pin y no firmas. En otros, cuando efectúas el pago, te preguntan si quieres a débito o a crédito (aunque tu tarjeta se solo de débito). En otros no hace falta ni que firmes ni que pongas el pin. Pero ¡si mi tarjeta siempre necesita pin!. Pues es igual, ahora ha dejado de necesitarlo. Por supuesto, en ningún sitio comprueban la titularidad de la tarjeta. Ni con el pasaporte ni con ningún otro documento. Ni a extranjeros ni a locales. Si te encuentras una tarjeta bancaria en la calle creo que no tendrás ningún problema en utilizarla mientras esté activa. Y lo más curioso es la proliferación de cajeros automáticos en cualquier parte y establecimiento. ¿En un bar? Al fondo a la derecha, junto al baño. ¿En un restaurante? Al lado de la terraza. ¿En un kebab? Al lado del mostrador. Pues lo que os digo, en cualquier parte.

Según os estaba contando hemos adquirido el Metrocard. Evidentemente pagamos con tarjeta pero, esta vez para ampliar la oferta de posibilidades, no nos solicita ni el pin ni la firma sino el codígo postal. No me preguntéis. El caso es que lo hemos introducido y se ha procesado la compra.

Chinatown 
El elevado numero de líneas de metro, los diferentes nombres para alguna de ellas en función de si es diurna o nocturna, y la gran cantidad de desvíos, obras y labores de mantenimiento que se dan en esta red, no la hacen una de las más fáciles de transitar (todo según mi opinión). Así como hay otros metros de otras ciudades que no tienen pérdida, en este se hace necesario una dósis extra de atención.
Completamos un viaje de unos 40 minutos hasta llegar a Chinatown. Damos un paseo por sus animadas y ajetreadas calles donde no faltan pequeños mercados y puestos al aire libre de frutas y pescados principalmente. Paseamos hasta llegar al templo de Mahayana, mayor templo budista de Chinatown. Allí contemplamos un enorme Buda dorado de 5 metros de altura, en la posición del loto y rodeado de ofrendas de frutas y flores. El templo está ubicado justo enfrente de la entrada de vehículos del puente de Manhattan. La actividad es frenética, a pesar de ser sábado. 
Una vez dentro del templo hacemos una pequeña ofrenda al Buda y cogemos un papel de la suerte, que nos habla de nuestro destino. El de Rober excelente, el de Rubén no muy halagüeño y el mío incierto. Por 1$ ¿qué quieres?.
Desde allí nos vamos hasta Columbus Park, lugar donde la comunidad china se reúne para interminables partidas de cartas y de mahjongg

Puente de entrada a Manhattan 

Continuamos hacia la Little Italy, por Mulberry Street. Pasamos por numerosos restaurantes y locales italianos, cerrados la mayoría a estas horas de la mañana. Pasamos junto a la antigua catedral de San Patricio. Es una iglesia de estilo neogótico de principios del siglo XIX. La actual catedral esta en MIdatown, en la quinta avenida, que esperamos visitar los próximos días.
Llegamos hasta la famosa avenida de Broadway, junto con la quinta avenida, una de las más famosas de Nueva York. En ella se encuentran muchos de los teatros de la oferta cultural de esta ciudad. La mayoría representan famosos musicales y óperas. Como curiosidad decir que esta avenida es la mas larga de Nueva York, con 33 kms de longitud, y que actualmente ostenta el record mundial de precio para compra y alquiler de propiedades.

Edificio Flatiron 
Pasamos el resto de la mañana paseando por parte de la avenida Broadway y por el barrio del SoHo. Barrio que se hizo famoso por la gran cantidad de artistas que se instalaron en él. La mayoría en fabricas y comercios abandonados reconvertidos en lofts. Como curiosidad decir que se encuentra al sur de la calle Houston, y de ahí viene su nombre (South of Houston Street). Entramos en muchos comercios de firmas conocidas, que aprovechan este lugar, para mostrar al mundo sus escaparates y tiendas más icónicas.

Comemos en un pequeño restaurante italiano localizado en la sexta avenida, donde casi la mitad de la plantilla habla español. Mejicanos y latinos pueblan esta ciudad, haciendo del español el segundo idioma más hablado. Así que no es difícil conseguir entenderse en esta ciudad aunque uno no tenga grandes conocimientos de inglés.

La tarde la invertimos en recorrer parte de la quinta avenida. Desde el parque de Washington Square llegaremos hasta el edificio del Empire State. Pasando por el Madison Square Park y por el famoso edificio Flatiron. Un curioso rascacielos que ocupa una manzana triangular y que uno de sus vertices es extremadamente estrecho, con tan solo dos metros de anchura. 87 metros de altura y 22 pisos de altura lo hacen uno de los rascacielos más antiguos de Nueva York.

Antes de llegar a Madison Square Garden nos encontramos parte de la avenida Broadway cortada por un peculiar y ruidoso desfile de comparsas latinas bailando al ritmo de música de salsa. Finalizando el desfile van un numero indeterminado de personas que bailan a ritmo de Dj y que dan la sensación de haber consumido hongos en mal estado o algo similar. 

Empire State Building  
Llegamos hasta el Empire State Building. Rascacielos localizado en el corazón de Nueva York, concretamente en el centro de la Midtown. Con una altura de 443 metros fue el edificio más alto del mundo desde que se finalizó su construccción en 1931 hasta el año 1972, momento en el que fue superado por las desaparecidas Twin Towers (Torres Gemelas). Hoy en día vuelve a ser el segundo edificio más alto desde que en el 2012 se finalizara el One World Trade Center en la denominada zona cero (solar que dejaron las torres gemelas).
La intención que teníamos era coger las entradas para verlo otro día, pero en vista de que hay poca gente, extraño para ser sábado, decidimos hacer la visita hoy. Cogemos acceso para subir a los dos observatorios: localizados en las plantas 86 y 102 respectivamente.
Y así pasamos unas horas empapándonos de la historia de este edificio y contemplando una de las vistas más espectaculares que se pueden tener de esta ciudad.

 Regresamos al apartamento para cenar, ducharnos y prepararnos para salir un rato por la noche y conocer la ciudad y la "marcha" neoyorquina. Una vez caída la noche y encendidas todas sus luces, la ciudad ofrece un aspecto distinto, vibrante, tremendamente vivo, sus calles llenas de gente en lo que parece ser un intento de continuar permanente la vida de sus habitantes.
Seguimos utilizando el metro y rentabilizando nuestro Metrocard para desplazarnos, tanto a la ida como a la vuelta. El servicio funciona toda la noche, lo único con una disminución del número de trenes. No se percibe inseguridad ni en el metro ni en las calles.
Una pequeña vuelta y dos bares después estamos los suficientemente cansados como para volver al apartamento, durmiéndonos por turnos en la hora que nos cuesta el viaje de regreso. 

Caemos rendidos. Unos 14 kilómetros andados durante todo el día han hecho mella, y aún quedan muchos días por delante.

Vista desde el observatorio del Empire State 

1 comentario:

  1. ¡¡Mandad alguna foto vuestra!! y pasadlo requetebién :) qué envidia cochina...
    besos, Mer

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